LEO

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Casi grita al ver su figura en la puerta de su salón, anteriormente había soñado con él, pero al ver como sus propios estudiantes se giraban a la puerta y murmuraban entre ellos sabía que no era una alucinación producto de su duelo. En realidad, él estaba allí. «Oh mierda, está aún más guapo de lo que recordaba.» No pudo evitar detallarlo rápidamente, su cabello, con ese corte se ve aún más joven, aunque no podía mentir que adoraba cuando este era tan largo que podía trenzarlo sin problemas, sus manos grandes, su espalda ancha y sus piernas atléticas.

Al volver nuevamente al rostro del menor su respiración se volvió superficial y sus manos empezaron a sudar, haciendo sentir el puntero en sus manos como un objeto que debía soltar de inmediato.

De pronto, el invitado sorpresa sonrió, causando que sus piernas temblaran ligeramente y su razonamiento flaqueara. «Mierda ¿Alguna vez voy a ser capaz de reaccionar como un ser humano racional ante esa sonrisa?» ¿Por qué seguía teniendo ese efecto en él?

— ¿Profesor Tomlinson? —sus ojos se movieron de la figura en la puerta y de inmediato cayeron sobre los jóvenes que miraban expectantes la escena frente a ellos—. Estaba a punto de explicar que sucedía cuando una célula no cumplía lo que el punto de control exigía.

— Oh, sí, lo olvidaba —el joven maestro acomodó sus lentes sobre su nariz y se acercó a la imagen que se proyectaba sobre la pared, ignorando por completo la inesperada presencia en su salón, no podía dejar de lado lo que lo había mantenido cuerdo por esos años. «Vamos Lou, eres un guerrero. Se estoico. Luego podrás gritarle tanto como desees.»—. Como ya les expliqué anteriormente, en estos puntos, G1, G2 y G3, se realiza una clase de revisión de las células, si tienen el tamaño adecuado, si tienen los pares cromosómicos adecuados y demás. Cuando esto no se cumple, las células o entran en reposo hasta que cumplen o, en la mayoría de los casos, empiezan con la apoptosis —no pudo evitar girarse hacia su invitado sorpresa, más ahora este se encontraba en una de las sillas del lugar—, es decir, la muerte celular.

(...)

Los chicos se estaban marchando uno por uno, algunos haciendo bromas entre ellos y otros pocos simplemente con sus miradas enfocadas en sus celulares, todo esto mientras él rogaba que uno de ellos se acercara con sus preguntas de siempre, no le importaba si era el chico repitente que siempre le ofrecía un trago por explicar tan bien o la chica que entendía todo a la perfección pero que seguía dudando de sus saberes.

Sus pensamientos lo absorbieron tanto que no supo en qué momento solo habían quedado ambos, lo único que pudo sentir fue el aroma que desde joven lo caracterizaba y el sonido que su garganta aclarándose en una forma de llamar su atención.

«Mierda, mierda, mierda»

— Si tiene alguna duda puede utilizar las horas de tutoría que ya habían quedado estipuladas a inicio de semestre.

— ¿Quieres que nos veamos en tu oficina entonces? —preguntó. Demonios, su voz, aquel mensaje en su correo de voz que, aunque odiara admitirlo, seguía reproduciendo noche tras noche, no le hacía justicia a lo que acababa de escuchar—. Porque no pienso irme hasta que no hablemos.

— No tengo nada que hablar contigo, Harold.

— Claro si tienes, ¿O acaso olvidas al pequeño Leo?

Sus manos empezaron a temblar aún más y sus dientes capturaron la parte interna de sus mejillas hasta que sintió el sabor ferroso recorriendo su boca. Apretando el libro entre sus manos buscó nuevamente la mirada del menor, perdiéndose en el verde de sus ojos, aquel que desde el primer día la dejaron enganchado. De pronto recordó lo que Harry acababa de decir, ¿Cómo sabía sobre Leo?

ᴏɴᴇ sʜᴏᴛs ʟ.s.Where stories live. Discover now