Melanie se pasó los siguientes cuatro días encerrada en su habitación, pensando. Le había confiado a dos personas sus secretos, y su padre siempre había dicho que cuando le cuentas a una persona tus secretos, le das el poder de destruirte. Por eso siempre había rehusado contarle sus secretos a nadie. Excepto a Irina. Irina era muchísimo más que su amiga, era su hermana. Había renunciado a su libertad declarándose como cómplice en el juicio, para así poder acompañarla en su “estancia” en el reformatorio. Irina era la única persona de este mundo a la que sabía que podía confiarle sus secretos y que sabía que nunca la destruiría por ello. Irina era, en definitiva, como una especie de ella al revés reencarnado en otra persona.
Y, de repente, recordó el día del juicio. Apareció en su memoria tan nítido como si acabara de pasar. Se vio a ella sentada, mientras Irina testificaba. Recordó cada una de las palabras que pronunció:
-Si, señoría. Yo la ayudé. Yo maté a uno de los hombres. Yo fui quién la ayudó a limpiar todas las huellas. Así que, señoría, soy tan culpable como ella. Merezco la misma condena-.
A Melanie le había costado muchísimo contener las lágrimas. Irina había renunciado a su libertad aún no siendo culpable. Se había atribuido la mitad de la culpa sólo para ayudarla.
Ahora, al recordarlo, no pudo evitar llorar. Había sido tan buena amiga, que no se merecía estar ahí. Pero, ¿qué podía hacer ella?. Nada, no podía hacer absolutamente nada, excepto darle las gracias, no abandonarla y conseguir que los demás no se metieran con ella. Si, en eso era muy buena. Desde que había llegado, se había impuesto, aunque no había sido muy difícil, pues nada más llegar, todos -o casi todos- la habían temido, lo que le resultaba muy raro, dado que, exceptuando a Irina, nadie sabía por qué estaba ahí.
De repente, una inmensa sensación de culpabilidad la invadió. En los días que llevaba encerrada, no había pensado ni una vez en Irina. Llevaba días sin verla, sin hablar con ella.
Salió corriendo de la habitación, aunque con sumo cuidado, pues no quería que nadie supiera que había salido de su habitación. Sólo había salido para hablar con Irina, y nadie más.
Recorrió el pasillo prácticamente levitando hasta llegar a la habitación de Irina. Cuando llegó, en vez de llamar, pasó una nota por debajo de la puerta. Estuvo allí unos cinco minutos, esperando. Cuando estaba a punto de irse, la puerta se abrió, pero no había nadie al otro lado. Asomó la cabeza, pero la habitación estaba vacía. Recorrió la estancia. Todo estaba como lo recordaba. Las paredes llenas de pósters y fotos, la cama llena de peluches de diversos animales, la mesilla y el escritorio llenos de libros, escritos, lápices y demás, pero…había algo que no cuadraba, pero no sabía el qué. Repasó detalladamente las paredes, comprobando los pósters y fotos, el escritorio y la mesilla, leyendo todos los títulos y papeles y, por último, repasó la cama. Estaban todos los peluches ¿no?. Estaban el león, el delfín, el tigre, la jirafa, la rana, la araña, la serpiente, el oso polar, el oso panda y…¿y el perro? El hecho de que faltase el perro podría parecer nimio, pero era muy extraño. Aquél perro había acompañado a Irina en todos los malos momentos, lo tenía desde niña. Aquél perro sabía todos sus secretos, la había oído llorar, reír… Pero no sólo eso. Dentro de aquel perro estaban los papeles en los que Irina escribía todo lo que le pasaba, todo lo que le contaban. Era, en definitiva, como una especie de diario. Pero ese diario era especial, pues en él se encontraban todas las actividades ilegales o “poco recomendables” que ella había realizado, y que le había contado a Irina. Si alguien lo encontraba, podría hacerle daño, mucho daño. Podría encerrarla para siempre en una prisión de máxima seguridad.
Irina siempre se llevaba consigo aquel perro para que, en su ausencia, nadie leyese aquellos papeles.
Tenía un mal presentimiento.
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Assassin's love
RomanceMelanie siempre había sido distinta. Tras haber vivido una dura infancia,acaba en un reformatorio. Ansiosa por salir,cuando lo consigue no es tal como esperaba...