—¿Algún día podrás perdonarmelo? —preguntó el menor, mirando aquel hermoso lago que se encontraba a tan solo tres pasos suyos.
La presencia de Oliva lo hacia poner los nervios de punta.
Aquella seriedad que cargaba con tanta facilidad lograba intimidar a Biquard.El mayor no era capaz de asimilar la situación, pero aún asi, con su corazón hecho trizas, no iba a abandonar todo lo logrado.
—Siempre, mi amor.