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Y era hermosa, de piel blanca, ojos azules. Su pelo era suave y era pequeña, tan pequeña que con mis brazos la podía cubrir completamente y protegerla de este horrible mundo, también era demasiado apegada a mi. Ahí entendí, que nada más importaba; solo ella...

 Ahí entendí, que nada más importaba; solo ella

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-Anne Rosario

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