~Capítulo 36~

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Rubén cerró los ojos cuando sintió la lengua de Liam introducirse en su boca.

Estaba pasando de nuevo. Otra vez se estaban besándose. La mano del Liam que se encontraba en la barbilla del otro fue acariciando la mejilla para posarse en su cuello y atraerlo más hacia él.

Rubén suspiró, puso sus manos en las muñecas de Liam y apretó por intuición, todo era muy pasional. Sus lenguas se mezclaban y sus labios se movían lenta pero eróticamente.

Liam se levantó un poco, sus manos se dirigían a las caderas del menor para pegar sus cuerpos, los acostó a ambos en el sofá. Cuando el rubio mordió el labio inferior del pecoso, este soltó un gemido bajito, haciendo que Liam abriese los ojos y lo mirara.

Rubén aún seguía con los ojos cerrados, sonrojado y tratando de regular su respiración. Al darse cuenta que el mayor encima suyo no seguía, abrió también los ojos.

Liam tragó en seco, los verdosos ojos del menor brillaban el lujuria y sus pupilas estaban tan dilatas que apenas se veían su color original. Sus labios rojos entreabiertos resplandecían por el beso de hace unos segundos , semiabiertos, jadeantes por la falta de aire.

Liam se mordió el labio, quería seguir jodiendo esos labios, morder ese cuello y chupar -y un sinfín de más cosas lascivas-, quería que el menor gimiese con ganas.

Pero no.

Se levantó.

—Deberías irte.—Dijo sin mirarlo, dirigiéndose a las escaleras para subir a la parte de arriba, donde se encontraba su habitación.

Rubén miró el techo con unas luces preciosas antes de incorporarse.

—¿Enserio? ¿Me traes a tu casa para esto? ¿Quieres joderme más la cabeza?—Se quejó viendo cómo Liam se detenía aún sin darse la vuelta.

Créeme que quiero joderte. Pero no la cabeza precisamente.

Pensó pero no lo dijo.

—Adiós, Rubén. Lo siento.—Murmuró, perdiéndose en la planta de arriba.

Rubén se quedó solo en el amplio y magnífico salón.

Liam por otro lado se encerró en su habitación.

Empezó a dar vueltas por esta, tocándose los labios.

—Enseñar, Liam, solo tenías que enseñar. No meterte con el hijo de tu mejor amigo. Por dios, estás loco.—Se comió la cabeza. Ahora era él quien se jodía la cabeza así mismo.

—En sí, ambos lo estaríamos.

Liam se giró sorprendido a ver al chico de ojos verdes. 

—Vete.—Gruñó.

—Ahora me echas, cómo no.—Rubén caminaba lentamente hacia él.

Liam se trataba de alejar, sentía que si el chico se acercaba demasiado no podría controlarse. Tal vez, él mismo era la presa y estaba apunto de ser devorada y consumida, hasta no quedar nada.

—Esto no está bien...—Susurró.

—En absoluto que lo está.—El menor cortó todo tipo de distancia.

Ben le cogió el cuello y tiró hacia él.

Liam pegó más sus cuerpos mientras sus bocas se devoraban, empezó a caminar hasta llegar a la cama. Haciendo que ambos cayeran en esta.

El mayor quedó entre las piernas del pecoso. Se echó un poco hacia atrás, desabotonándose la camisa, pero era un proceso lento, así que optó por tirar con fuerza, haciendo saltar algunos botones. Se deshizo de ella tirándola por alguna parte de la habitación. Sus músculos eran bastantes definidos, si se veían hermosos con ropa, sin ella era un pecado para los ojos.

Rubén se pasó la lengua por los labios, lo dicho antes: maldito rubio.

Liam empezó a acariciar suavemente al menor, este parecía temblar, tal vez estaba nervioso, tenía que darle seguridad.

Su mano se introdujo por debajo del polo del uniforme del menor. Trató de no ver el símbolo de "instituto", no quería parar.

—Eres muy lindo, ¿sabías?—Comentó mientras besaba tiernamente el cuello del menor, provocándole cosquillas.

Rubén no contestó, solo se quitó él mismo la camisa mientras Liam se desabrochaba su pantalón.

El rubio empezó a dar besos nuevamente en el cuello del menor, mientras bajaba por su pecho, su labios llegaron al pezón rosado del chico, y pasó su lengua por sus labios, parecía delicioso. Rubén trataba de no gemir. Liam rozó su lengua por encima para luego succionar un poco, moviendo en círculos su lengua, luego mordió y tiró de él.

Rubén gimió sin poder controlarlo.

Liam siguió bajando hasta llegar al bordillo del pantalón. Desabrochó el botón y bajó un poco la prenda con el bóxer, haciendo que el miembro saliera, estaba erecto.

Ben se tensó y se levantó sobre sus codos.

—Tranquilo.—Susurró firmemente Liam.—Todo estará bien, confía en mi, ¿si?

Rubén miró sonrojado al mayor. Asintió. Le quitó completamente el pantalón pero no el bóxer. Cuando Liam introdujo el miembro del menor en su boca, el pecoso se desplomó, sintiendo una onda de placer. Solo lo introdujo por unos segundos y ya sentía que se corría.

Liam empezó a bajar y a subir, mientras su mano masturbaba la parte de abajo cuando su boca y lengua se centraban en el glande.

Rubén empezó a gemir sin tratar de controlarlo.

—¿Te gusta?—Preguntó el mayor, viendo como el menor tenía los ojos cerrados mientras empuñaba las sábanas con fuerza.

El chico solo asintió.

Liam volvió a hacer su trabajo. Pero el menor tiró su pelo hacia él, atrayendo su cabeza para que quedaran a milímetros.

Rubén lo besó y le dio la vuelta, quedando a horcajadas.

—Mi turno.—Sonrió antes de besar el cuello del mayor.

Liam puso sus manos en los muslos del menor y apretó con fuerza. Estaba perdiendo la cordura.

Definitivamente iba a ser devorado.

Juguemos a ser heteros (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora