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Haikyuu! y sus personajes le pertenecen a Haruichi Furudate, sólo escribo por diversión. Créditos a la autora del fanart ❤️

— No es por nada, Akaashi, pero...apestas.

Konoha frunció el labio superior en una mueca que parecía de asco, pero Akaashi sabía que era más de preocupación que otra cosa. Sarukui, a su lado, observó a Konoha con cara de pocos amigos dentro del gimnasio del colegio mientras Akaashi se echaba aire con uno de los mangas que Konoha había estado leyendo hasta hacía unos minutos, antes de que él ingresara al lugar.

— Me siento bien.— fue la respuesta tímida pero segura que dio el setter ante aquella declaración, pese a que los otros dos podían ver como se abanicaba cada vez con mayor ansiedad.

— Ahora te sientes bien, pero en unas horas vas a sentirte en el infierno. Y nosotros también si te quedas aquí.

— Tomé los supresores.

— ¿Cuándo?

El silencio se instaló entre los tres. Por suerte, era bastante temprano y nadie más se había dejado caer en el gimnasio, ni siquiera Bokuto. Mientras chasqueaba la lengua y farfullaba algo que Akaashi no llegó a comprender pero que había sonado como "estos niños de hoy" , Konoha se levantó de su asiento y abrió del todo el portón del predio; una suave brisa ingresó al lugar, golpeando de lleno el rostro de Akaashi.

— Maldición.— Sarukui se cubrió la nariz y se alejó unos pasos de Akaashi ante la mirada reprobatoria de Konoha.— Es verdad, apestas.

— ¡Por qué te cubre si tú eres Beta!¡No te afecta!

— Porque igual me pone nervioso.

— Tienes problemas en asumir tu género, ¿verdad?

— ¡Claro que no!

— Los tomé hoy al mediodía.

La voz de Akaashi distrajo a los otros dos de una posible pelea a gritos que podía alertar a otras personas; ambos lo observaron, Konoha con el ceño fruncido y aparentemente fastidiado y Sarukui con las cejas elevadas y una expresión indescifrable en el rostro. Otra vez, otro silencio incómodo se estableció entre ellos y, a medida que pasaban los segundos, Akaashi supo que su respuesta no era la que estaban esperando.

— Akaashi.

El tono de Konoha cambió; dejó de prestar atención a Sarukui y se acercó a su posición a paso lento. Su ceño fruncido y la expresión seria de su rostro amedrentaron un poco a Akaashi, quien se quedó firme en su lugar pero con fuertes deseos de retroceder.

— El tema del celo no es una tontería que puedas tomar a la ligera. De todos, pensé que tú eras precisamente el más responsable.- Akaashi abrió la boca para refutar aquello, pero Konoha levantó una mano para evitar que lo interrumpiera.— No es sólo por el colegio, sino también por el equipo. No puedes entrenar así.

— Konoha-san, no es que me haya descuidado. Literalmente no lo vi venir.

— ¿Cómo?

Akaashi tragó saliva, sin ánimos de dar mayores explicaciones.

Siempre, desde que se había enterado que era un Omega durante la secundaria, había mantenido el perfil más bajo que le había sido posible y había venido esquivando sus períodos de celo con bastante eficacia; desde que había sufrido su primera necesidad, aquella cuestión hormonal se había vuelto literalmente un calvario. Sus celos eran irregulares y demasiado espaciados en el tiempo como para saber a ciencia cierta cuándo se aproximaban, y a eso tenía que sumarle la desgracia - o la suerte, dependiera de cómo lo mirara - de que no tenía síntomas previos. Nunca un dolor de vientre, un cambio en su estado de ánimo, algo que le avisara que estaba por sucumbir en breve.

VainillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora