Porque la vida está llena de segundas oportunidades...

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Estaba solo en la habitación, sentado en una silla. El único ruido que se podía percibir dentro de la sala era el rítmico pitido de las máquinas que estaban conectadas a la mujer, o mejor dicho, a su mujer, y las cuales señalaban que ésta, milagrosamente, seguía viva. Él observaba su rostro pálido y demacrado, pero tan bello y dulce como la primera vez que la vio, y no pudo refrenarse por más tiempo, así que se levantó, se acercó a la cama y depositó un suave beso sobre su frente dejando invadirse por toda clase de sensaciones: miedo, preocupación , amor… De pronto su móvil empezó a vibrar, lo cogió y vio que el nombre que aparecía en la pantalla era el de su hijo. Sin embargo, antes de contestarle, echó un último vistazo a su esposa, suspiró y salió de la habitación pensando en cómo narices podría poner una voz que no sonase a desesperación o derrota.

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<< ¿Dónde estoy?>>, esa pregunta fue la primera en pasar por mi cabeza cuando abrí los ojos. Estaba tumbada en mitad de un camino y el sol me daba de frente en la cara. Volví a entrecerrarlos tratando de recordar que había sucedido sin éxito. Me tomé un par de segundos antes de decidirme a levantarme, cosa que hice muy lentamente, y cuando mis pies tocaban el suelo y ya estaba del todo erguida, me sorprendí al reconocer el lugar donde me encontraba. El caminito en el cual me había despertado, era uno que había recorrido millones de veces cuando apenas era una cría, y antes que yo, mi madre, pues gran parte de su juventud la vivió en una casa de la zona a la que su familia se vio obligada a trasladarse durante la época de la posguerra. De pronto, mis pies empezaron a moverse, primero lenta y después rápidamente. Sabía dónde quería llegar, y cuando hube alcanzado mi destino, los ojos se me abrieron de par en par, no solo por volver a ver el enorme faro blanco y rojo en el que tantas veces había jugado, ni por volver a sentir ese olor a mar, mezcla de nostalgia, libertad y bellos recuerdos. No. Lo que hizo que me sintiera a punto de desfallecer fue la presencia de una mujer sentada sobre una larga manta mirando fijamente al horizonte bebiendo de un termo algo que, yo estaba totalmente segura, se trataba de chocolate. Esa mujer era mi madre, la misma que hacía 3 años había muerto víctima de un tumor, y por lo cual yo nunca volví a ser la de siempre. De pronto se giró, me miró y con la energía tan propia de ella me gritó:

- Pero ¿se puede saber qué haces ahí parada como un pasmarote? ¡Vamos!, ¡acércate y siéntate conmigo! 

Yo, inconscientemente, obedecí, supongo que, aún estando en shock y a pesar de los años que habían pasado, la voz de mi progenitora seguía haciendo en mí el mismo efecto que antaño. Cuando estuve ya a su lado, estiré bien parte de la manta y me senté encima. Permanecimos un buen rato en silencio, ella observando la infinidad del mar y yo su rostro, el cual seguía siendo exactamente el mismo que tenía antes de que el tumor la venciera.

- ¿Te apetece un chocolate?- dijo de repente girándose para coger su termo.

- No gracias...- y tras un momento de duda añadí- “mamá”.

- ¿De verdad que no? – Y como respuesta, yo volví a asentir- ¡Por Dios bendito, ni un mísero chocolate me toma! Y encima estando en los huesos como está.- Sonreí. Hacía mucho tiempo que dejé de oír esa frase salir de sus labios y ya la echaba de menos. Ella también me devolvió la sonrisa y, lentamente, alzó la mano y me acarició el rostro. Los ojos se me llenaron de lágrimas y cuando éstas empezaron a rodar, mi madre me las secó y me dijo:

- No llores, querida, estás más guapa cuando sonríes y lo sabes. Además este lugar es demasiado hermoso para inundarlo de llantos.

- Sí,- logré decir una vez que me hube calmado- el acantilado de los sueños donde cielo y mar parece que se junten más allá del horizonte, como tú solías decirme.

- Exacto- murmuró ella dulcemente, y de pronto, la expresión de su rostro había cambiado, pues ahora me cogía de ambas manos y me miraba muy seriamente.- Nora, cielo, ¿qué es lo que más deseas en estos momentos? Y quiero que seas muy sincera.

Me descolocó por completo, algo que en verdad era bastante propio de ella, pero, por cómo me lo pidió, pensé seriamente la respuesta y ésta me vino de inmediato: encontrar la forma de volver a recuperarla o de permanecer a su lado para siempre. Sin embargo, lo que salió de mis labios fue algo distinto, algo que jamás habría imaginado decir en esa situación, algo de lo que solo mi corazón era consciente:

- Quiero despertar.- Y nada más decir esas palabras, las lágrimas volvieron a acudir a mis ojos, pero esta vez acompañadas de las imágenes sucedidas en el último día: yo en la consulta de mi psiquiatra el cual me recomienda un medicamento nuevo para la depresión; yo en mi coche tomándome más pastillas de las recomendadas; yo en la carretera mareada y medio dormida cogiendo mal una curva, dando varias vueltas de campana, sintiendo un dolor agudo y de repente, nada, oscuridad…

- Pero no estoy sola- dije mientras una inmensa cantidad de luz comenzaba a salir del faro-están ellos, ¿verdad?

- Exacto- contestó mi madre haciendo caso omiso al brillo que comenzó a extenderse por el paisaje- aquellos que llevan tanto tiempo luchando por ti, para que vuelvas a ser la de siempre… Aunque en el fondo me has decepcionado, Nora, pues siempre te consideré una chica fuerte por todo lo que tuviste que soportar desde que eras pequeña.

- Sí,- asentí- crecer sin una figura paterna fue difícil, y sin embargo solo sirvió para unirme más a ti, por eso, cuando te fuiste, pensé que una parte de mí se había ido contigo y que ya nunca más podría volver a hacer frente a nada ni a nadie…

- Y sin embargo te equivocaste, mi querida y tonta niña, además, ¿recuerdas la frase que te solía decir de pequeña?

Comencé a pensar y justo cuando la cegadora luz ya solo me permitía vislumbrar su figura, dije:

- Lo más difícil de este mundo…

- Es vivir en él- completó ella. Y de pronto, todo quedó bajo el yugo del envolvente brillo…

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Nora abrió los ojos lentamente y el fuerte dolor de cabeza que sintió hizo que volviera a cerrarlos un par de segundos más. Al principio se sintió perdida y desubicada, pero pronto empezaron a aparecer en su cabeza imágenes del accidente que casi le quita la vida. Intentó, con gran esfuerzo, recostarse en la cama y cuando desvió la mirada hacia la derecha, pudo ver que su marido se encontraba a su lado sentado, durmiendo en una silla. De pronto, éste abrió los ojos, bostezó, alzó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Nora. <<Lo más difícil de este mundo es vivir en él…>>, esa frase la golpeó como un resorte y en apenas unos instantes, cada recoveco de su memoria, recordó la conversación que había mantenido con su madre. No sabía si, simplemente, fue un sueño producto del coma en el que había estado o si, por el contrario, fue algo mucho más que eso, algo más real, pero de lo que estaba segura era de sus propios sentimientos de culpa y tristeza, y estos fueron los que la impulsaron, con los ojos llenos de lágrimas, a decir:

-Lo siento, lo siento muchísimo… - Tales palabras fueron suficientes para que Héctor, en lugar de llamar de inmediato al médico, se levantara para besar y abrazar a su mujer.

 Y es que, como se suele decir, la vida da muchas vueltas y es la propia vida quien, en uno de esos giros del destino, nos puede brindar una segunda oportunidad, sin embargo, al final, somos nosotros quienes decidimos si aprovecharla o por el contrario, dejamos el tren pasar. Lo que está claro, es que en esta historia, Nora decide definitivamente coger dicho tren, pero no lo hará sola, sino que estará acompañada de las personas que más ama y que más la aman a ella. ¿En qué parada se bajarán? No lo sé, nadie lo sabe, la cuestión es empezar de cero, y mejor aún si lo hacen en un lugar que les invite a vivir, a tener esperanzas, a sonreír… un lugar como aquel en el que reinaba la alegría de su madre, un lugar como el  del acantilado de los sueños.

Primero de todo decir que soy nueva y esta es en verdad la primera historia que publico en internet (se que no es muy larga pero por algo se empieza, ¿no?), asi que a todos a los que la hayais leido, UN MILLON DE GRACIAS y sobretodo espero que hayais disfrutado tanto de su lectura como lo hice yo al escribirla. (Y por cierto, recalco que la frase que la madre le dice a Nora, la oi en una de mis series favoritas por si hay algún fan de la mimsa por aquí ;P). Un beso enorme y espero que nos leamos pronto!

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2014 ⏰

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