Corin había llegado a Carrera Blanca, ya se conocía el camino de memoria, incluso los caminos por donde no tendría problemas con los animales salvajes. Estuvo bastante atento sobre si alguien lo estuviera siguiendo o buscando como esos locos sectarios o agentes de los Thalmor.
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Después de la victoria contra Alduin, no sabía cómo es que las cosas habían cambiado en el mundo. Pero ya el ambiente parecía más tranquilo, la amenaza de los dragones había sido controlada, cuando llegó a la ciudad encontró a su preciado caballo en los establos.
Corin: (Ahora viajar a caballo ya no será tan fascinante como viajar en un dragón)
Cuando llegó a las puertas de la ciudad, los guardias de la ciudad y algunos soldados imperiales parecieron reconocerlo por su armadura. Algunos se preguntaban a sí mismo si ya todo el problema había terminado.
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Guardia: ¿Thane? Ha vuelto. Eso significa...
Corin: Sí, es lo que significa. Por cierto, podrían decirle al Jarl que estoy aquí y que más tarde pasaré por el palacio.
Guardia: Claro, Thane.
Corin pasó primero por su casa para asearse, después de unas horas se dirigió a la Cuenca del Dragón. En el camino, se pudo ver el progreso en las obras de reconstrucción de la ciudad. Algunas casas que habían salido afectadas ya estaban como la primera vez que llegó aquí.
El gran árbol, símbolo de la ciudad seguía tan hermoso como siempre.
Al entrar al palacio, tras pasar a la gran sala, la elfa oscura Irileth lo recibió y ella lo llevó ante al jarl Balgruuf. Como siempre estaba sentado en su trono resguardado por algunos soldados de la Legión Imperial colocados a cada lado de su trono.
Luego de un saludo protocolario, el jarl sonrientemente le devolvió el saludo, dispuesto a escuchar las grandes noticias.
Jarl Balgruuf: Adelante, Sangre de Dragón. ¿Todo salió bien?
