Capitulo 1.

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Mientras me volvía a casa, tome el camino mas corto, el que pasaba por aquel barrio que algún día fue burgués.

Mi monotonía se vio rota por un sonido que salía de unos de los caserones; terminé cediendo a la curiosidad. Me acerque y salte la oxidada verja, estando dentro empecé investigar de donde provenía aquel ruido; que a medida que me acercaba a su origen se iba trasformando en peculiar melodía, ¿era quizás algunos adolescentes haciendo travesuras?, ¿algún animal?, ¡quizás la estructura estaba vacilando!, nada de eso me importaba, algo en mi me exigía saber de que se trataba.

Me acerque a uno de aquellos tantos ventanales que cubrían al caserón para echar una mirada dentro, grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta que los autores de aquel peculiar sonido era nada mas y nada menos que; ¡un par de esqueletos bailando!

Me quede unos segundos sin articular algún tipo de pensamiento, pues, ¿me podía fiar de mis ojos?, ¿o mi mente me estaba jugando alguna broma?, desde luego desconfiar de mis facultades; ¡me resultaba mas fácil que creer que estaba viendo dos esqueletos bailando enfrente de mi!

Ambos vestidos formalmente; uno entacuchado y el otro llevando un vestido con el largo suficiente para tapar el calzado, tenían un aspecto victoriano. Esta de mas decir que sus ropas conocieron mejor tiempo, pues ahora estaban empolvadas y harapientas, dignas de sus portadores pensé.

En cuanto a su baile me faltarían palabras para describir su gracia y belleza, tan bien sincronizados que parecieran ser solo un ser, una suave melodía les acompañaba de fondo, para hacer mas de ensueño aquel momento; la luz naranja del atardecer se empezó a filtrar por los ventanales haciendo aparecer docenas de haces de luz; visibles por el polvo que soltaban y levantaban los bailarines. Mientras me intentaba colocar mas cómodamente para fisgonear mejor, para observar aquel mágico evento, pise una rama partiéndola en dos, su eco se escucho por todo aquel improvisado salón, ¡que cliché!, me dije a mi mismo. Casi instantemente después del incidente de la rama, ambos esqueletos fueron abducidos con endemoniada fuerza hacia el techo perdiéndose en la penumbra de este en cuestión de segundos, a una velocidad desconocida por mi hasta ese momento llegue a la cerca; la salte cual profesional y no deje de correr hasta unas cuantas cuadras lejos de aquel caserón, durante el camino a casa me hice docena de preguntas estúpidas con respuestas ridículas, así que decide intentar olvidarme del tema, sin éxito, claro.

Ya en casa y luego de una esclarecedora ducha llegue a la conveniente conclusión de que aquel evento era imposible y era mejor olvidarme de el, de lo contrario estaría en juego mi cordura, en fin; me dije a mi mismo, será mejor ir a dormir.

Los esqueletos del caserón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora