Para Terry

VUELTA ATRÁS

Las cortinas del telón cayeron, por unos instantes todo quedó en silencio, sobre el escenario los actores que acababan de terminar el último diálogo de su parlamento se miraron nerviosos, sin embargo, segundos después el rugido de los aplausos no se hicieron esperar, el telón se abrió de nuevo y los actores principales dieron unos pasos al frente para recibir la ovación.

Los "bravo", "viva", "fantástico", se escuchaban por todo el recinto, Terrence Graham y Karen klais hacían reverencias de agradecimiento al tiempo que el resto de los actores de la compañía Stratford se acercaba también para recibirlos, a pesar de ser la segunda presentación de Romeo y Julieta esa noche Terrence había brillado más que el día anterior.

la noche de estreno estaba "ella", pero la sombra de Susana Marlow y el accidente echaron por la borda todos sus planes, todo se salió de control, no supo cómo Candy se enteró de lo que había pasado ni cómo había llegado al hospital donde se encontraba Susana, lo único que le quedó claro es que al final del día ella se había ido y los sueños que durante meses su cabeza había construido se desvanecieron en el aire, hoy, un día después de verla partir caminando entre la nieve, porque la vio, desde la ventana de cuarto de Susana vio su figura delgada caminando a paso lento, con la cabeza baja, seguramente llorando, se aferró a las cortinas con todas sus fuerzas para no mandar todo al demonio y bajar corriendo para alcanzarla, sujetar su cuerpo cálido y sentir el cosquilleo de sus rizos dorados sobre su cara, pero tuvo que tragarse su dolor, su impotencia y decirle a aquella mujer sentada en una silla de ruedas que la elegía a ella, sí, elegía a Susana Marlow pero solo porque ese ángel rubio así se lo pidió porque él ya no tenía un corazón para elegir a quien amar, lo que latía en su pecho era sólo un músculo que bombeaba la sangre de su cuerpo y que lo mantenía vivo, pues desde el momento que soltó a Candy en esas escaleras su alma había muerto.

Terry llegó a su camerino, abrió la puerta para introducirse en él y miró a su alrededor, frunció el ceño al ver los ramos de flores que llenaban el pequeño lugar, si por él fuera no permitiría que nadie le mandara nada mucho menos hoy, pero Robert le dijo desde los ensayos que era lo más posible y que debía aceptarlos, era parte del éxito que su director le dijo que sería la puesta en escena, así que no le quedaba más remedio, más tarde cuando saliera se los enviaría a Karen, ella seguramente brincaría de gusto con ello.

El joven actor se paró frente al espejo, su reflejo le mostró un ser que de momento le pareció desconocido, era la imagen de Romeo un joven enamorado que prefirió morir a estar sin su amada lo que le hizo recordar su pérdida, de repente se tambaleó mareado, cerró los ojos llevándose una mano al pecho, un dolor agudo y el nudo en la garganta lo estaban ahogando, abrió los ojos y con toda la prisa que pudo se despojó de la capa que formaba parte de su vestuario, la colgó en una percha que estaba en una esquina del camerino para luego desfajarse la camisa de los pantalones estaba a la mitad de desabotonarse cuando tocaron a la puerta, tragó saliva para poder contestar y decirle a quien estuviera ahí afuera que se largara.

- ¿Quién? - inquirió con voz molesta.

-flores para el señor Graham- respondió una vocecita al otro lado de la puerta.

-déjelas en la puerta- contestó casi en un grito.

La persona al otro lado no contestó, Terry creyó que se había ido al escuchar la molestia en su voz, así que procedió a desabotonarse la camisa que lo ahogaba, estaba por zafar el último botón cuando tocaron de nuevo.

-lo siento señor Graham, tengo orden de dejarla en propia mano- de nuevo la vocecita chillona y afeminada se dejó escuchar.

El castaño bufó con molestia, dio la media vuelta y así como estaba a medio vestir se dirigió a abrir la puerta, la abrió de golpe con toda la intención de mandar al mensajero por dónde había venido pero lo único que pudo ver era un enorme ramo de rosas blancas.