Prólogo.

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Sehun jadea, deslumbrante como siempre, sonríe y vuelve a suspirar, esta nervioso y se nota, Luhan lo nota, vuelve a intentar abrir sus labios, quiere decirle algo pero sus ojos están tan ocupados brillando bajo la luz de luna que termina por tragarse otra vez aquello que tanto ocultaba y esperar unos segundos más para que todo vuelva a repetirse.
Él miraba a Luhan, sus ojos estaban más cristalinos que los propios, sus labios rojizos invitándolo a besarle, invitándolo a evitar que fueran sodomizados por las blanquecinas y filosas perlas que se ocultaban tras ellos.
Ambas manos se entrelazan. Se unen con fuerza como si temieran a ser separadas. Como si más de uno de ellos supiera lo que vendría al cabo de nada cuando las camionetas de militares opresores rompieran aquellas rejas delicadas que recubrían el patio trasero del menor de ambos y decenas de soldados se encargaran de separarlos a ambos en las frías celdas de su transporte, llevándolos a destinos tan separados y a realidades crueles, toscas y lamentables que nadie debería llevar bajo el peso de sus hombros.    

"No es posible.No estoy aquí. Era un día cargado de emociones, dulce, al fin pedirían mi mano como siempre había soñado desde niño. Iba a tener una vida serena. No es posible que me despojen de lo único que por primera vez se sentía real. Quizás sea una pesadilla y en la mañana despertaré con el aroma a cítricos y menta que el pecho de Sehun me ofrecía a cada instante, abrazado a su fornido cuerpo. Como cada mañana. como cada maldito, normal y corriente día que pasaba a su lado desde que mamá y papá viajaron"
Pensaba el castaño mientras era llevado por la fuera, bajo el puntero de mínimo dos armas dirigidas hacía el, precisamente en el centro entre cada una de sus cejas. Allanandolo de toda posibilidad de hacer más que rebobinar su jornada y su vida al son de los lamentos que sus compañeros de viaje en sus mismas condiciones le dedicaban a quienes usaban uniforme.







Hoy la brisa es cálida, envolvente como el mismo soplido del viento que se asemeja a pares de caricias matinales. Clima poco habitual en Qingdao durante el mes de diciembre.  Incluso el sol parece tímido mientras se eleva a duras penas, dando su máxima voluntad para no congelar la ciudad como solía suceder en dicha época, como si quisiera anunciar algo mientras pequeñas nubes se aproximaban a cobijarlo. En las calles y los escaparates se podían apreciar las decoraciones navideñas, tan familiares, dulces y comerciales de las cuales siempre he disfrutado hasta la actualidad.
Paseo con Sehun, en el coche a comprar los víveres para la cena de esta noche y la de mañana, ya que vendrían mis padres nuevamente a casa. Al llegar  al estacionamiento de Belle plaza, por insistencia de Sehun y su gusto poco humilde ante lo local, nos dispusimos a estacionar el auto para ir a recorrer el lugar.
Al comienzo eramos como niños en un centro de juegos, aunque nos costara admitirlo, por sobre todo a él ya que siempre iba tan serio y sin sonreír que hasta podía intimidar pero ahora se comportaba como yo, o al menos me dedicaba esas miradas cómplices cubiertas de ternura que no hacían de él el típico señor del que un niño tonto sin futuro como yo se enamoraría, sino más bien de una verdadera unión que iba más allá de la labia de un semental que había encontrado a su presa. o al menos eso me parecía. Entre tanto bullicio, helado y prendas que ambos terminamos por adquirir no podía permitirme el joder mis pensamientos de amor incondicional y esperanzas por escarbar en tal idea infundada.

La tarde se esfumo como la cálida brisa invernal, poco a poco los colores suaves y vivos se transformaban en oscuros y fríos mientras nosotros disponíamos de una segunda ronda de copas de helado. Los juegos habían culminado y era hora de volver a casa, quería concentrarme  para ser útil, me había propuesto la meta de esta vez ser yo quien recogiera las compras y las llevará al baúl del coche sin la necesidad de  que mi pareja se inmutara pero todo fue inútil al fijar la vista sobre Oh Sehun y su porte particular, lánguidas pestañas voluptuosas, melena corta, bien peinada y de color onix que le brindaban más seriedad que sus propias facciones en sí. Mirada nostálgica, confundida y estéticamente perfecta como la posición de su rostro quien parecía rogar a la creciente luna por piedad y expiación del algún pecado. Sin dudas el tipo de hombre que mojaba a más de una por poseer belleza sin siquiera quererlo. En otra ocasión me hubiera aferrado a él en modo de fanatismo al goce de modelo que parecía con tal de no sentir la opresión de aquellos celos imaginarios por esas mujeres de mis fantasías, pero ahora la red oscura que lo envolvía, dejando de mi como una pobre cría de cordero frente al lobo feroz con cierto tipo de notorio retraso al romantizarlo de manera más allá al de la ética humana me lo impidió. Mis manos solo atrevieron a jugar inquietas mientras intentaba el procesar en que momento el mayor se había adelantado con todas las bolsas ancladas a sus antebrazos. De por si tras esa escena no quedo más que ocultar todo lo ocurrido en tal leve psicosis de cada uno y concluimos por inundarnos en silencio hasta llegar a casa sin incomodidad o molestia siendo un habituó mutuo el reflexionar de nuestras emociones.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2020 ⏰

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