P32: La verdad.

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—Buenos días.—Maya levantó la mirada y una amplia sonrisa se instaló en sus labios cuando se encontró con los ojos verdes de Erick y una mueca que supuso que sería una sonrisa en sus labios.

—¡Jefe!—lo saludó alegre.

—Hola, Maya.—saludó él.—Te eché de menos.—ella le volvió a sonreír.

—También te eché de menos, Erick.—susurró.—Yo lo sien…—él negó y ella automáticamente dejó de hablar.

—No digas nada, por favor.—murmuró.—Eh… ¿Christopher está por aquí?—Cuestionó y la mujer asintió de inmediato.

—Con Zabdiel y Danna en la oficina de Zabdiel.—El corazón de Erick se aceleró de inmediato y apartó la mirada.

—Eh… ¿puedes decirle por favor que venga a mi oficina…?—ella asintió.—Pero Maya…por favor no digas que quiero verlo yo…—la mujer inclinó un poco su cabeza y Erick se sintió presa de los nervios de inmediato.—Solo dile que venga, por favor…

—En seguida…—respondió volviéndole a sonreír. Erick le sonrió débilmente e hizo su camino hasta la puerta de su oficina.—Erick…—lo llamó Maya y él detuvo sus pasos.—Me da gusto que por fin estés aquí, jefe…

—Gracias, Maya. También me da gusto estar de vuelta…

(…)

—¿Entonces es un sí?—cuestionó Christopher sin dejar de ver a Danna a su lado. Zabdiel también la miró y el corazón de la castaña se hizo un puño.

—¡Me ponen nerviosa los dos!—se quejó.

—Danna, por favor.—se burló su cuñado.

—Bien, sí. Es un si.—respondió finalmente y Christopher le sonrió.

—Vas a ver que todo esto te va a servir en más de un sentido.—decidió Christopher colocando su mano en el antebrazo de la muchacha.

—Espero que si.—murmuró frunciendo sus cejas.

—Bien, de todos modos creo que sería bueno que comenzaras a involucrarte más en el proyecto desde ahora. Todavía falta una semana para el viaje así que tienes que aprovechar estos días para empaparte todo lo necesario sobre el tema.—le explicó Christopher y ella asintió de inmediato.

—Chris y Romina van a enseñarte todo lo que necesites saber sobre el proyecto, Dan.—le aseguró Zabdiel dedicándole media sonrisa.—¿Te emociona?

—La verdad sí. Un poco, quiero decir.—Su cuñado le sonrió de nueva cuenta.

—Bien, que te emocione un poco ya es bastante…—Un par de suaves golpes se hicieron presentes en la puerta de caoba de la oficina.—Adelante…—respondió el muchacho sentado detrás del escritorio.

—Perdón que lo interrumpa…—comenzó la secretaria de Zabdiel.—Pero señor Vélez…eh…lo esperan en la sala de juntas…—le dijo y las cejas de Christopher se fruncieron. La mujer le dedicó una mirada que para Danna fue indescifrable pero Christopher se puso de pie y asintió.

—En un par de minutos estoy ahí.—respondió ofreciéndole una amable sonrisa. La puerta volvió a cerrarse y se volvieron a quedar solos los tres.—Bien, tengo que ir a la sala de juntas…pero cualquier cosa que necesites, Danna…ya sabes dónde encontrarme.—ella asintió lentamente.—Nos vemos más tarde, Zabdiel…—agregó en dirección al muchacho antes de comenzar a caminar fuera de la oficina.

—¿Es imaginación mía o algo cambió entre Christopher y tú?—la abordó Zabdiel y automáticamente los ojos de la chica lo miraron con sorpresa.—Es decir…no en un modo romántico pero es que los veo y…parecen mucho más confiados el uno con el otro…más cómodos…y digo, está bien. Serán compañeros de trabajo durante los siguientes seis meses así que es estupendo…

¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora