II

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Fuimos en nuestras bicicletas al instituto, y no dijimos nada durante el camino. Una vez frente a la gran cancela del instituto, Marina me dio el chivato (la bolsita de maría) y añadió:
- Aún me quedan para unos cuantos más, por si cambias de idea.
- Gracias, pero no- dije serio- ¿dónde están los chicos?
- Te están esperando en los baños del campo de fútbol, no tardes si no quieres ser hombre muerto.
- Lo tendré en cuenta- dije a la vez que me despedía con la mano.
- ¡Recuerda- dijo Marina haciendo altavoz con las manos- son ciento ocho euros!
   Levanté el dedo pulgar a modo de respuesta.
   Estaba llendo al campo por mitad de los pasillos. Aún no había nadie, solo algunos profesores y dos o tres alumnos preguntando por sus notas.
   Los pasillos eran largos y anchos. Las paredes eran grises y el suelo blanco. Estaba girando una esquina cuando me choqué con alguien. Ambos caímos de golpe al suelo. Estaba tocando mi frente por el golpe cuando la chica con la que choqué se me tiró encima.
- Perdón cariño, ¿estás bien?- dijo la chica.
   Reconocí su voz al instante, Sofía.
- ¿A donde ibas con tanta prisa? Menudo golpe- la aparté de encima y seguí dándome en la frente.
- A verte- dijo mirándome con sus grandes ojos verdes, de rodillas en en suelo.
- ¿Para qué? ¿No tienes examen a primera? ¿Qué haces que no estás estudiando? Ya sabes lo que pasará si sacas mala nota- dije sin hacer pausa entre frase y frase.
- Mi padre me mataría lo sé, pero eso no es a lo que venía, yo...
- ¿Te sabes ya eso de los pájaros?- dije interrumpiéndola y ayudándole a levantarse.
- Sí, pero James yo no...
- ¿Y lo de los hongos? ¿Te sabes como se reproducen?- dije interrumpiéndola de nuevo.
- ¡James!- se puso roja y tenía los puños apretados- deja de interrumpirme, quería pedirte una cosa.
- Lo siento pero tengo prisa, los chavales del campo...
- Quiero comprarte cocaína- me interrumpió ella.
   No sabía que contestar, ya me estaba yendo y paré en seco, me giré lentamente y la miré con el rostro desconfigurado, como si hubiese visto un fantasma.
- Sólo serán unos dos gramos- prosiguió- es que con tantos exámenes y también lo de mi madre... Es demasiado, ¿sabes? Necesito una ayudita.
- Lo siento pero no, si necesitas ayuda ve a un psicólogo, pero yo no pienso venderte nada, y ahora me voy que tengo prisa- me di media vuelta y me fui a paso ligero.

JamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora