🌻 Prólogo 🌻

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Había llegado la primavera a Karmaland

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Había llegado la primavera a Karmaland.

El pequeño pueblo se había rebozado de todo tipo de flores, colores y olores, haciéndose famosas las coronas de flores silvestres y demás tipos de accesorios o decorativos para la casa, como floreros o linternas con figuras de la natulareza creadas a mano con madera. En conclusión, las primaveras en Karmaland llegaban como una bendición para sus pueblerinos.

Algunos de nuestros héroes estaban ayudando a los ciudadanos en sus cosechas, entre ellos el dúo inseparable que formaban el albino con el azabache, quienes llevaban años de amistad y de amor, pero un amor de hermanos.

—La próxima vez que te pida un favor va a ser más grande que éste, te lo juro—hablaba el de ojos verdes a su compañero, entregándole algunas patatas a una anciana mientras entre los dos sembraban más patatas y zanahorias.

—Lo que tú digas chiqui—se reía él sabiendo en el fondo que era muy posible que al final gastara su favor en algo absurdo, como era costumbre.

Pasaron las horas y el ocaso ya se presenciaba por el horizonte, iluminando lo último que quedaba de luz solar a los pétalos de las flores que decoraban el pueblo. Los héroes estaban dispuestos a irse, sin embargo el de ojos morados detiene a su compañero recordando algo, dejando a su contra parte extrañado.

—¡Le prometí a Akira que le llevaría un ramo de flores silvestres! Por poco se me olvida—exclama, y su compañero solo ríe ante esto.

—Entonces ve y comprale un ramo, rápido—responde sin más, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Eh... ¿Hola, Willy? ¿Qué parte de “flores s-i-l-v-e-s-t-r-e-s” no entendiste?

Al escuchar la pregunta de su amigo él se avergüenza de forma leve, ya que para él flores silvestres era cualquier flor cuandl en realidad no era así.

—¿Y qué estamos esperando? ¡Corre, antes que se oscurezca y nos pillen los zombies!—cambió de tema rápidamente echándose a correr, dejándole sin opciones a Vegetta, el cual riéndose le sigue al mismo ritmo apresurado.

•❁🌼❁•

Aún no caía la noche para cuando los dos amigos llegaron al gran campo de flores, así que estaban a tiempo para elegir las flores más hermosas para la dama de Vegetta, pues con el sol aún brillando con sus pocos rayos que le quedaban conseguía que los aventureros lograran ver.

—Gracias por acompañarme compañero. Ahora esperame aquí, ¿si? No tardo—le da una palmada amistosa Vegetta a Willy, perdiéndose en el campo y de la visión de el de ojos esmeralda.

—Ni que yo fuera el que se va lejos—comenta estando solo, viendo a su alrededor que estaba repleto de puros girasoles.

El menor decidió dar unas vueltas por el lugar observando la belleza de los girasoles, pues gracias al ocaso los pétalos de éstas parecen brillar por unos momentos antes de la noche, vistiéndolas de un amarillo deslumbrante, maravilloso ante las vistas.

✧Coмo Decιrтe Qυe Тe Aмo✧ | Luzurex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora