Para la gran mayoría, Xiao Zhan nació bendecido, poseedor de una belleza atrayente, un carisma único y el don de la elocuencia; a sus veintiocho años había logrado alcanzar un estatus prometedor como diseñador gráfico de una reconocida agencia de publicidad en China. Sin embargo, describirlo a grandes rasgos en cuanto a su intimidad, sería difícil. Nacer como Omega y no convertirse precisamente en el estereotipo de los famosos dramas que venden a los televidentes o para ser enfáticos, al mercado que enaltece la vida perfecta de los protagonistas, podría considerarse una vil burla hacia su persona.
Como Omega no ha sufrido la discriminación como tal; al contrario, durante años la lucha de este vulnerable sector abrió un camino de oportunidades a las nuevas generaciones de transitar hacia una sociedad que los mirara de igual. Ahora pueden aspirar a plazas de trabajo que en su momento solo pertenecía a los Alfas, y ofrecer sus capacidades a una humanidad accesible, incluso hay leyes que los protegen y las vejaciones de antaño solo son un mal recuerdo de las lágrimas y sangre que se tuvo que derramar para conseguir la ansiada libertad.
Xiao Zhan ha tenido que lidiar con los comentarios desagradables que señalan el común denominador y generaliza la felicidad absoluta, nótese el sarcasmo de la siguiente manera: el matrimonio y los niños. No todos entran en el mismo estándar y tampoco conocen los motivos para evitar seguir la línea. Él tiene otras metas, siempre ha perseguido sus objetivos, pero no pueden figurarse el dolor de lo que no es viable, no reniega de ciertos aspectos que para algunos es fundamental, y otros tanto una banalidad.
—¡Eres un encanto de Omega! —alabó una mujer, extasiada por el moreno—. Estoy segura de que el público te amaría en la industria del entretenimiento.
—Me avergüenza un poco sus halagos —sonrió incómodo Xiao Zhan, deseando desaparecer de aquella sala de juntas—, pero me alegra que la propuesta haya sido de su agrado.
—La idea es interesante, estoy satisfecha e indudablemente firmaremos para llevarlo a cabo —vociferó la Beta, extendiendo su mano a fin de cerrar el contrato—. Quiero que tomes en cuenta mi ofrecimiento, eres el paquete completo y déjame alardear, jamás me equivoco cuando veo un talento.
Sobre la mesa la mujer arrastró una pequeña tarjeta de presentación con sus datos, observando fijamente al joven. Por su parte, Xiao Zhan no sabía cómo manejar la situación, tiene una potencial cliente y con ella el signo del dinero a la vista, soportar sugerencias que no le interesan, le juega un deshonroso momento que las frases no salen por sí solas.
Si no fuera por los muchos ceros después de la cifra inicial que la fémina ofrecía en beneficio de la empresa, probablemente hubiera cortado de forma tajante las insinuaciones de la Beta. Pasar desapercibido podría tratarse de una tarea titánica cuando debía mostrarse sutil y amable, desbordando sonrisas como un Omega debía ser, según las personas tradicionalistas, incluyendo a sus padres y parte del entorno.
—Lo consideraré —zanjó el tema, entregando los documentos y asegurándose que la susodicha aprobara cada detalle.
Siendo cuidadoso en controlar su molestia, Xiao Zhan acompañó a la Beta con su séquito de colaboradores a la salida de la oficina. Posterior al umbral no quería volverla a ver, si es posible; de hecho, arrugó la ficha aventándola en alguna esquina del amplio estudio. Jamás sería parte del mundo de los ídolos, ya tenía suficiente con liderar el ambicioso proyecto donde involucra específicamente a una celebridad, Wang Yibo.
Frunció el ceño, tenía mucho por hacer y los caprichos de la supuesta estrella ya lo agobiaban de antemano, sin mencionar la exasperante reunión con su madre, días atrás, donde hacía alusión a los hijos que en teoría ya debía tener. Cómo convencer a una mujer que fue criada con un inflexible concepto de casarse de blanco y el resto de ideas absurdas del colectivo de otra época. Suspiró resignado, adoraba los niños, Xiao Zhan es el tipo de muchacho que le agrada en demasía sostener bebés y brindarles un rato de esparcimiento.
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Me perteneces
FanfictionXiao Zhan se dejó llevar y no pensó en las consecuencias de meterse con un ídolo como Wang Yibo. YiZhan / Omegaverse