El enviado por los búhos

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Debajo el intenso calor y el sol castigador del desierto de bronce dos figuras se encontraban sentadas en unas rocas. 

En unas montañas rocosas con pequeños animales escondiéndose en las mismas

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En unas montañas rocosas con pequeños animales escondiéndose en las mismas. Hans tenía su ropa blanca ruida por el uso y el constante entrenamiento mientras que Draco se sentaba tranquilo bajo la sombra que su hombre león le otorgaba. Draco veía la concentración del joven Hans quien levitaba. De sus ojos cerrados emanaba un aura dorada junto con destellos. 

-¡Hans! Dime...las 4 normas de los invocadores.

-No robar otras invocaciones...no dañar a otros invocadores sin razón...siempre respetar y cuidar tus invocaciones y siempre, siempre...siempre...ser perseverante.

Hans abre los ojos cancelando la levitación.

-¿En serio es necesario? -El león lanzó un ataque con su katana, Hans saltó de la roca volviendo a su levitación.

-No te distraigas joven Hans, debes terminar tu entrenamiento antes del anochecer. 

-Maldita sea...¿por qué repetir el coro de los invocadores? -Draco suspira.

-Son una regla no dicha entre artistas. Generalmente los artistas se convierten en invocadores. También personas con ganas de contar historias o...decir verdades.

Hans mira, inclina la ceja.

-¿Tu caso? -Draco lo mira de vuelta.

-No tienes nada en qué basarte, sigue concentrado. 

-"Mira con los ojos de otra persona. Cuando deja abierto el libro de su vida. Unta tu cuerpo del néctar del bienestar de la sabiduría." Esas palabras que decían en la entrada del risco. 

Draco sonríe. Las damas de Hans aparecen a su lado en sus formas humanas. Lyna veía a su amo con cautela mientras que Nazaret veía a Draco de manera amenazante. 

-Váyanse...-Ordenó Hans.

Lyna respondió alterada.

- ¡No! ¡Estás entrando mucho en el mar de las creaciones! ¡No bebas del néctar de la sabiduría! 

-He dicho que se vayan -Responde Hans repitiendo su orden con carácter. 

Nazaret se voltea he intenta pegarle una cachetada pero algo lo impide. Su mano no podía tocar a Hans.

-¿Son sordas? ¡Váyanse! -Las damas desaparecieron dejando polvo tras de sí.     

-Me agrada que lo entiendas.-Aclara Draco- Las invocaciones son solo aspectos de nosotros, cosas buenas y malas. En tu caso has entendido la diferencia entre los mismos. Tus damas, representan el equilibrio perfecto.

Hans responde con mucha calma.

-No. No existe algo tan imposible como la perfección, yo soy humano. Tan imperfecto como la vida misma. 

-Es por eso que es "perfecto" lo relativo de un mundo perfecto e imperfecto es que ambas palabras son sinónimas y antónimas. Piensalos como el agua y el aceite, dos líquidos que no se pueden mezclar pero que sin embargo convergen en un solo punto, el recipiente. 

-¿Ahora qué,Draco? No siento nada, no siento que he mejorado...¿Cómo sé que he mejorado? 

-Nunca lo sabrás. ¿Acaso piensas que para hacer algo debes estar siempre preparado? Hay veces en que es bueno saber improvisar. La verdad es que en la vida nada puede estar "preparado" unas cosas tal vez, pequeñas y tontas. Pero nunca sabrás si estás verdaderamente listo, solo lo estás. 

-No entiendo tus palabras Draco, estoy demasiado confuso.

-Abre tu ojos, joven Hans. 

Al abrirlos ve a su alrededor un aura dorada que lo envuelve. En su brazo sus sellos marcaban su nuevo potencial. El guante que había conseguido en la mazmorra lo acompañaba.  Su marcador indicaba el numero 5032. 

-Ya estás listo para sacar tu últimate ¿Quieres hacerlo ahora? 

-¿Bromeas cierto? He estado entrenando como loco, mira mi ropa joder. No sé si estoy listo pero...debo intentarlo. 

Hans aprieta el ultimo sello de su brazo. El aura empieza a salirse de control y cuando empieza a tomar forma un grito resuena en todo el valle. No hay nada. El aura desapareció. La expresión de Draco daba a entender otra cosa, parecía ligeramente sorprendido.  

-Interesante, algo incoloro y neutro. 

-¿viste algo? Yo no vi nada...nada. -Hans se desploma contra el suelo. 





Unas horas después  

Hans despierta con un nuevo atuendo, de negro con franjas doradas. Despierta en la entrada de una casa real. Como Draco le había comentado en su entrenamiento. Una casa oculta en las montañas del desierto de plata donde solo el clan del búho podría acceder. Al frente de Hans estaba Draco acompañado de una mujer calva con una corona dorada, mitad maquina y mitad humana. 

-Bienvenido joven Hans - Habla la mujer- Bienvenido a Uzima. 

Un lugar oculto por los mismos miembros del clan para salvaguardar sus mercancías y cultura

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Un lugar oculto por los mismos miembros del clan para salvaguardar sus mercancías y cultura. Los tres caminaban hacia una sala de ceremonias con una prenda en el medio de la misma. 

-Así que éste es el lugar donde te coronaron como miembro del clan, Draco.

-Sí. Ahora tú también serás del gremio del búho gris.

Al llegar al lugar la mujer se adelanta y toma la prenda. Un suéter largo blanco y dorado. Se lo coloca por encima a Hans mientras dice unas palabras. 

-El día de hoy un nuevo miembro se ha unido al clan de los Búhos, que la sabiduría del dios del amanecer y anochecer te guíe por la senda de tus sueños invocador.

Hans se arrodilla mientras se termina de colocar la prenda. La mujer se quita un brazo mecánico y con el mismo crea una espada de gran tamaño dorada.

-Desde ahora tendrás un titulo. Hans Walker, El enviado por los Búhos.

Soul DB 4, La batalla del imperio plataWhere stories live. Discover now