Dos Máscaras Rotas

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Narra (Tn)
 
 

¡Lo sabía! Hay bondad en el corazón de Michael, apesar de todo el tiempo que estuvimos separados aún nos amamos y eso cambia todo. Debo asegurarme de que las cosas sigan el rumbo que quiero para que podamos revertir todo esté caos.

Toqué mi boca por enésima vez en el día, recordar aquel beso me provoca cosquillas en el abdomen, supongo que a esto se refería la gente con "Sentir mariposas en el estómago". Es algo increíble.
  
 

- Stella... !Hey!- Reaccioné y me volteé a ver a Jade.

- ¿Qué?-

- ¿Estás bien? Pareces algo distraída.-

- No, solo estoy... Cansada.- Sonreí.

- Ok, duerme bien.- Apagó la luz.

- Lindos sueños.-

 

Esperé a que Jade se durmiera, cuando eso paso me levanté de la cama y crubí las almohadas con la manta. Me hundí en la oscuridad y aparecí en la habitación de Langdon.

 
 
- Estaba a punto de ir a buscarte.- Escuché la voz de Michel a mis espaldas.

- Creí que sería mejor vernos aquí.- Sonreí al verlo.

- Tienes razón.- Apunto a mi cabeza.
- ¿Por qué aún traes puesto eso?

- Oh, es la costumbre.- Me quité la peluca y la dejé en la cama, no sin antes retirar la peineta y ponerla en mi verdadero cabello. - Listo.-

- Te ves hermosa.- Sonrió. - ¿Por qué el cambio de look? Si usas una peluca para esconderlo.-

- Cuando rompí el hechizo que me aprisionaba en el infierno, tuve que usar magia muy poderosa y mi cuerpo sufrió las consecuencias.- Desvíe mi mirada de él.

 

Inconscientemente me abracé a mi misma, como si eso fuera a protegerme. El recuerdo de mi estadía en el infierno me hacía estremecer, nunca olvidaría la sensación de las manos tocando mi cuerpo expuesto, los vulgares jadeos resonando en todo el sótano, y la impotencia de no poder hacer nada.

 

- (Tn)...- Me alejé bruscamente del tacto, fue entonces que reaccioné. Michael estaba frente a mi con una expresión de gran preocupación, había intentado limpiar mis lágrimas con sus manos.

- Perdón... Ah, yo...- Mis manos temblaban.

- No tienes que disculparte, yo no debí preguntar.- Parecía afligido.

- No, es solo que... Por un segundo creí estar atrapada de nuevo.- Limpié mis lágrimas.

- ¿Quieres hablar de eso?-

 

No dije nada solo me lance hacia él y lo abracé con fuerza, no tardó en rodearme con sus brazos.

 
  
- Tenía tanto miedo de quedarme ahí para siempre y no volver a verte.- Dije entre sollozos.

- Lo lamento tanto (Tn), es mi culpa. Debí haber hecho algo al respecto, no te protegí de Ariel y Baldwin.- Me apegó más a él. - Yo mismo debí haberlos matado y no las brujas.-

- No, ellos obtuvieron su castigo.- Me separe un poco de él para verlo a la cara.

- ¿Qué?- Frunció el ceño.

- Cordelia y las otras brujas me encontraron en el bosque donde estaba, me llevaron a su aquelarre y cuidaron de mi.- Tomé aire antes de volver a hablar. - Yo estuve presente el día que quemaron a Ariel y Baldwin.-

 

Michael se alejó de mí, consternado por mi confesión.

 

- Tu estabas ahí... Mead también, la quemaron también a ella y no hiciste nada para salvarla.- Sus ojos se llenaron de lágrimas. - ¡Dejaste que la matarán!-

- Michael...- Intenté acercarme a él, pero mis pies estaban pegados al suelo. Uso su magia en mi.

- Después de todo lo que hizo por nosotros.- Alzó la voz, está furioso. - Ni siquiera sé dónde se encuentra ahora. Cordelia le puso un conjuro a su alma para que yo no pueda encontrarla.-

- Michael ella hizo cosas terribles, se alió con Ariel para intentar enfrentar a las brujas.-

- Ella cuido de nosotros, acaso olvidaste eso.-

- Lo hizo solo por qué eres el Anticristo, dudo mucho que se hubiera preocupado por nosotros si fuéramos cualquier otra persona.-

- No merecía morir de esa manera.-

- Entonces quieres explicarme qué es eso de afuera, una copia exacta de Mead.-

- Es el único apoyo que tenía después de su muerte.-

- Michael eso es enfermo.- Dije desesperada. - Es un maldito robot, no es Mead.-

- ¡Ya lo sé! Pero no sabía que hacer, estaba completamente solo. La quería de regreso.-

- No, lo que querías era venganza.- Desvió su mirada.

- Le advertí a Cordelia, ella me quitó a Mead, debía perder algo también.-

- Chicas inocentes murieron, asesinaste a mis amigas, destruiste el único refugio que tenía.-

 
 
Michael se giró, dándome la espalda. Entré en mi sombra para liberarme de su agarre, aparecí a un lado de su escritorio.
  

 
- Si hubiera estado ahí ese día... ¿También me habrías asesinado?- Él de inmediato volteó a verme.

- No, por supuesto que no.- Contestó ofendido por mi pregunta. - ¿Cómo puedes tan solo pensar eso?-

- Porque es lo que los demás te hubieran dicho que hicieras.- Me crucé de brazos. - Se honesto conmigo Michael, ¿Realmente eres feliz con todo lo que has hecho?-

- ¿Eso importa?- Dijo a secas.

- Claro que sí, a mí me importa tu felicidad. Haría cualquier cosa para que seas feliz.-

- Solo quédate conmigo.- Camino hacia mi. - Cuando estoy contigo puedo ser yo mismo y... No me siento como un monstruo.-

- No eres un monstruo.- Me acerqué a él, pero me detuve cuando él levantó su mano.

 

Un círculo de fuego lo rodeó, las llamas crecieron tan alto que casi tocan el techo, en pocos segundos el fuego cesó y observé con detenimiento a Michael.

Su piel se volvió blanca dejando a la vista varias de sus venas, algunas de color rojo y otras negras, sus ojos eran negros con iris blancas y una sustancia viscosa escurría de ellos, dos cuernos torcidos salían de su frente y sus dedos se deformaron para moldear garras grandes y afiladas.

 
  
- ¿Sigues pensado lo mismo?- Incluso su voz cambio, ahora se escuchaba distorsionada y a la vez muy gruesa.
- ¿Tienes miedo?-

 
  
Debo admitir que no esperaba eso, recuerdo el rostro que le mostró a Mallory, pero esto es... Impactante. Jamás lo había visto así, ni siquiera sabía que podía hacer eso.

Mi corazón se detuvo, pero no por miedo, sino por tristeza.

Su apariencia demoníaca se debía a que es el Anticristo, pero también simboliza todo el dolor y presión que representaba ese título. Cada muerte y pecado cometido por él marca su cuerpo.

Acorte la distancia entre nosotros, tome su mano fría como el hielo, soporte el ardor y unas cuantas lágrimas resbalaron por mi rostro.

  

- Jamás tendría miedo de ti.- Acaricié su mejilla y lo abracé. - ¿Qué fue lo que te hicieron?-

- Esto lo cause yo, (Tn)... Nadie más que yo tiene la culpa de esto.-









El Diablo En Mi •Michael Langdon X (Tn)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora