Capítulo 47: Hargeon.

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Cuando la película terminó, Elizabeth salió de la sala con los ojos vidriosos y la nariz escurriendo.


—¡Que tristeza! Pensar que no terminarían juntos después de todo.


—Escoger su carrera por sobre ella. Eso fue inesperado —dijo Shen, tambien con la nariz escurriendo. Oh bueno, se veía venir.


El cambio tanto repentino de Shen casi hace ir de espaldas a la pelirosa, un momento estaban en sintonía y al otro parecía un insensible.


—¿Cómo dices eso? ¿Es qué no tienes sentimientos?


—Bueno, si. Pero era una película.


—¡Nada de eso! ¿Qué harías en esa situación? ¿Escogerías tu carrera o el amor?


—Bueno, si fueras tú. En definitiva te escogería a ti.


Shen tardó unos segundos en procesar sus propias palabras, respondió de manera inconsciente sin pensarlo mucho. Quedó paralizado y volteó a ver a Elizabeth con el rabillo del ojo. Ella tenía la cabeza abajo y no parecía reaccionar a las palabras del dragón.


—¡Quiero ese helado ahora! —dijo aumentando el paso, dejando a Shen atrás.


Caminaban tranquilamente por las calles de Magnolia con una pequeña separación entre ellos, Elizabeth avanzaba del lado izquierdo, Shen mantuvo su atención sobre la mando izquierda de Elizabeth hasta que esta volteó a verlo con duda. Shen desvió la mirada e intentó controlarse, el latido de su corazón era muy molesto y no podía calmarlo.


—«¡Maldición! ¿Qué te pasa Shen? ¿Por qué te comportas como niño?» —pensó.


—¿Te ocurre algo?


—Nada, sólo pensaba en que quiero un helado de vainilla, ¿y tú conejita?


—Mmm, fresa, chocolate. ¡No! Lo tengo. ¡Vainilla! —dijo sonriente.


—B-bien...


Shen volvió a observar a la pelirosa de reojo, distraída y confiada. Se armó de valor, respiró hondo y tomó la mano de Elizabeth lleno de nerviosismo. Elizabeth se sonrojó y bajó la mirada, ocultando su sonrisa. Sujetos fuertemente, la pareja comenzó a caminar con normalidad, como si se hubieran desecho de gran un peso sobre ellos.


Luego de conseguir ese helado, tomaron asiento a la sombra de un árbol, Elizabeth terminó su postre muy rápido y aprovecho un descuido para robar el de Shen. El dragón puso los ojos como platos cuando vio su barquillo por la mitad y sin nada de sustancia en el, Elizabeth fingió demencia y volteó en otra dirección silbando. Pasaron un gran rato hablando y riendo, como si el tiempo no transcurriera. Elizabeth estaba cada vez más y más segura que algo le pasaba a Shen, el no solía ser tan extrovertido y mucho menos tan paciente.


Más aún, para aumentar sus sospechas, Shen se recostó en sus piernas, tomando por sorpresa a la pelirosa. Sonrió y luego dio vuelta hacia la joven, que, casi instintivamente comenzó a acariciar su pelo con lentitud.


—Hueles bien —dijo Shen.


—Creí que no tenías olfato como el mío.


—En está forma no, pero no lo necesito. Ya he memorizado tu olor, es muy agradable.


Rondaban las tres de la tarde, el sol ya había pasado su punto más alto pero el calor aún se mantenía. Los ojos de Shen empezaron a cerrarse poco a poco hasta que quedó profundamente dormido en el regazo de Elizabeth, soltó su cuerpo y abrió un poco la boca. Elizabeth quedó estupefacta, ya antes había visto dormir al dragón, pero esta vez era diferente, a menos que el cansancio lo venciera, siempre parecía alerta y listo para levantarse cuando hiciera falta, siempre desconfiado. Ahora, dormía plácidamente y sin preocupación alguna, como si nadie pudiera perturbarlo, como si nada importara.

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