—Cielos, Mangel, luces fatal. — Comentó Luzu apenas consiguio encontrarlo disponible caminando por los pasillos de la mansión como una alma en pena.
Miguel Ángel apenas se mantenía de pie con los ojos arrasados de sueño con pequeñas lágrimas asaltando su vista.
Él andaluz siempre iba y venía de un lugar a otro, a altas horas de la noche, temprano en la madrugada o por las tardes luego de recojer al señorito de la Universidad, ya no poseia su día de descanso y sus horarios se volvieron una completa locura.
Luzu en el lugar de Mangel posiblemente hubiese renunciado en el primer momento que Rubén retuvo su cheque, pero Miguel es una persona demasiado orgullosa para dejarse pisotear por un cachorro de alfa aún a costa de su propia salud, física y mental, Luzu prescencio más de una vez, sus discusiones, las palabras despectivas de su señorito hacía su clase beta o las burlas que Mangel hacía con respecto a sus excesos.
Cualquiera pensaría que eran una pareja alfas casados peleando por dominar al otro.
Miguel Ángel cada día, durante esos largos y tortuosos días de ese par de semanas donde más de la mitad de sirvientes beta de la mansión fueron despedidos por el mal humor de su señorito, a causa de Mangel —ni siquiera necesitaba pruebas, lo sabía a la perfección —, él único sirviente que sospechosamente se aferró a su puesto con unas y dientes, y posiblemente él único capaz de jugarse el pellejo peleando contra su señor.
"Un beta aguarda con la cabeza gacha y está dispuesto a obedecer ciegamente cualquier orden de su señor. " Era la ética la clase beta, la servidumbre.
Luzu en todos su tiempo sirviendo lealmente a su señorito se imaginó presenciarlo maldecir a un sirviente con tanta rabia en en sus palabras, y al mismo tiempo pensar fríamente sobre sus acciones de una manera demasiado madura para él.
Bueno, sí su señorito fue capaz de despedir a los sirvientes que sirvieron en vida a su difunto padre por cosas tan insignificantes y banales, "¿por qué no sería diferente con Mangel quién prácticamente tuvo el atrevimiento de imponerse ante un alfa, su señor?"
Miguel Ángel no fue despedido. Pero, a estas alturas desearía posiblemente nunca haberse negado ante Rubén y ese par de ojos desenfocados, brillosos y llorosos demostraban que era preferible hacer a un lado el orgulloso antes de comprometerse, solo hacía falta ver a ese pobre chófer apoyarse contra la pared para caminar viéndose fatal como si hubiese corrido un maratón y apenas eran recién las seis de la mañana, "¿cuándo fue la última vez que de ducho? ¿Ya habrá desayunado? ¿Es seguro qué conduzca en ese estado? ¿Por qué se preocupa siquiera por ese beta maleducado?" Luzu se encontraba hecho un lío con sus dudas, y la responsabilidad de mantener en condiciones una mansión con solo un sirviente a su cargo.
Sí Luzu quien se ocupaba de hacer el trabajo de una tropa de sus compañeros beta, sólo y a veces con el apoyo de betas de fuera de la mansión se sentía agotado..., "¿cómo sería lidiar con el orgullo herido de un alfa?" La señora Beatriz era una santa comparada a Rubén con el orgullo herido y el culpable estaba pagando caro su error, pero incluso sastisfecho de finalmente verle asumir su lugar se sentía preocupado por él.
Un beta siempre ayudaría a otro beta.
—Gracias por avisarme. —Dijo en un tono amargo cargado de sarcasmo en una dosis letal para la dulzura de Luzu.
Él mayordomo principal de la mansión, Luzu, se mentalizo que su actual y único compañero beta residiendo y laborando para su señorito necesitaba su ayuda. Por lo que, fingió no oírlo con el propósito de ofrecerle una solución.
—Mangel, ¿por qué no te disculpas con el señorito Rubén y aceptas finalmente que te equivocaste?
Miguel Ángel se pasó una mano por su rostro recargando su espalda contra la pared viéndose totalmente hastiado de Luzu no era algo inusual de hecho siempre que el beta de mayor se acercaba su rostro siempre estoico asumia una mueca llena de desagrado y lo ignoraba por completo.
