Capítulo 2: "Preocupaciones diarias"

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PATRICK

Las mañanas son frescas. El aire que hay por la playa logra tranquilizarme cada vez que estoy ansioso.

¿De qué tengo ansias?

Bueno, no he podido olvidarme de aquella chica de cabellos dorados con ojos color miel.
Verla caminar por los pasillos, junto con dos brujas insoportables: Sophie y Sarah, me desconcertó.
Nunca antes la había visto, eso significaba que cayó en malas influencias...o al menos eso esperaba.

《Demonios, ¡¿qué te sucede Patrick?! ¡a ti te gusta Tamara!》

Una de las razones por las que inicié a hacer ejercicio por las mañanas, era porque es la hora perfecta para pasar frente a su casa y poder verla a través de su ventana.

Tamara McQueen es la persona más inteligente de la escuela. Cada mañana que corro delante su casa, la veo estudiando en su escritorio frente a su ventana...es tan perfecta. Su cabello es muy corto y de color café claro, tiene ojos azules y un excelente cuerpo.

Pero ahora también está la chica cuyo nombre no sé y no logro sacar de mi cabeza.

¿Es que las mujeres no pueden dejar de atraernos como imanes?

No, claro que no.

Después de correr por la playa y pasar por la casa de Tamara, regresé a la mía exactamente a las seis.

Tomé una ducha fría y me arreglé para ir al Instituto.

Al bajar las escaleras noté algo extraño.

No había ni un sólo ruido.

No tardé en darme cuenta que estaba sólo en la casa. No estaba mi padre, ni mi madre, y mucho menos Parker.

Me comencé a preocupar cuándo al entrar a la habitación de Parker divisé sangre en sus mantas. Rápidamente fui a la cocina y tomé el móvil para marcar a mis padres.

Marqué su número una vez. Dos. Tres. Decidí volver a intentar.

—Vamos, maldita sea, contesten –me dije a mi mismo, desesperado.

—¿Patrick? –contestó mi madre al cuarto tono. Sonaba angustiada.

—Mamá, ¿Parker está bien?
–pregunté enseguida, con la respiración y el corazón agitados.

—Patrick, tranquilo. Sólo tuvo un desmayo y sangró un poco de la nariz; tu padre y yo nos dimos cuenta y lo trajimos de inmediato al hospital.

—Debieron haberme dicho.

—Lo sé –suspiró–. Pero no necesitas preocuparte por todo, hijo. Para eso estamos tu padre y yo, ¿de acuerdo?. Parker estará bien y regresaremos en un par de horas. Tú desayuna y no llegues tarde al instituto.

Detestaba no estar con Parker cada que sufría uno de los síntomas de su maldita enfermedad. Odiaba que la tuviera.

—Cuidalo mucho mamá, te amo.

—Y yo a ti, amor. Que tengas un gran día.

Colgó y aún sentía angustia por saber cómo estará mi hermanito.

Parker Blossom, un niño de ocho años que sufre de hipotensión, es decir, de presión arterial baja, tiene que ir al hospital con frecuencia y contra su voluntad a revisar su salud.

¿A qué niño de ocho años le gusta eso?

Desde los tres años, mi pequeño hermanito a tenido fuertes desmayos, mareos y náuseas, le es difícil concentrarse y se cansa demasiado.

Andi & PatrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora