El calor del verano era sofocante todavía a esas horas y para su mala suerte tuvo que salir a comprar casi obligado por Akaashi. Aun con el enojo del momento por la reciente pelea que tuvo con Keiji no puede evitar mirar demás al cajero, de cabello largo y negro teñido de rubio, expresión desinteresada, complexión delgada y movimientos lentos. Bokuto sabe que no todos los días podría encontrar a una persona así, algo en el chico lo llama de una manera muy rara e inusual, como si lo conociera de algún lado, aunque tarda, logra hacer la conexión cuando logra leer el nombre que pone en su gafete de empleado.
Kozume Kenma había sido un niño muy raro para su edad; vivía con su padre y abuela en la vieja casa de la esquina y asistía muy pocas veces a clases, de pocas palabras que solo mostraba verdadera emoción cuando el tema sobre el cual hablaban trataba sobre videojuegos. Las madres del vecindario hablaban mucho sobre Kenma, de lo que hacía y lo que no, de su apariencia y la de poca educación que tenía con los mayores, no era raro, ellas siempre hacían lo mismo con todos los niños que no eran del todo agradables para su gusto, incluyéndolo a él. Era común el verlo junto a Kuroo Tetsurou por las tardes luego del colegio, su amigo de cabello alborotado era el único que podía sacarlo de su hogar y tenerlo más de tres horas fuera de esta, el que lograba que hablara y que se uniera a sus tardes de juegos.
Eran uña y carne, inseparables por donde se los viera, casi hermanos a ojos de cualquiera, y eso le causo celos, porque él había sido el primero en intentar hablar con Kenma cuando este se mudó, pero era Kuroo el que logro hacer que el chico jugara con ellos.
Si no fuera poco aquello, que Kenma lo evitara o tratara como idiota lo exasperaba completamente, no importaba cuanto tratara de hablar con el otro, siempre lo evitaba o hacia oídos sordos a todo lo que digiera, aun así, no se rindió con él, día tras día intentaba llamar su atención de todas las formas posibles más allá de hacerle preguntas sobre Pokémon las cuales sabia contestaria. En los recreos se sentaba junto a él cuando Kuroo faltaba y trataba de invitarlo a jugar con los demás, en un inicio los resultados no fueron los mejores, pero poco a poco Kenma se fue abriendo a él.
Todo quedaría en el olvido cuando Kenma desapareció del vecindario a sus 12 años.
Nadie sabe bien que paso, de un día para otro una auto de policía apareció casa de Kenma, se escuchó los gritos del padre viniendo de esta, seguido por el llanto de la abuela. La noticia viajo rápido, Kozume Kenma había desaparecido y nadie tenía una idea de lo que podría haber pasado. Muchos rumores corrieron por los patios de la escuela. Hasta que un día el nombre de Kenma quedo como un recuerdo olvidado para cada persona que lo conoció, incluyéndolo, y verlo ahí, tan tranquilo con su inexpresivo rostro dándole su cambio era descabellado, algo de no creer.
El mundo es muy pequeño y ahora lo parecía más.
—El cambio. —no puede terminar de procesar todo cuando el chico toca su hombro y lo saca de sus recuerdos.
—¡Ah! Perdón. —apresurado, toma su cambio y las bolsas de la compra, ni siquiera se da cuenta de la mirada que el chico le da.
—Gracias por comprar.
No escucha aquello, ha salido casi corriendo de la tienda, no sabe si son los nervios, la angustia de saber que fue de aquel chico o el temor a esto, ¿Qué fue de su vida? ¿Porque se le vía tan tranquilo como si nada? ¿El señor Kozume sabía dónde estaba su hijo? Tiene tantas dudas que hacen apresurar su paso para llegar más rápido al apartamento, ni siquiera cuando entra y ve a Akaashi puede lograr tranquilizarse, el enojo con el que se fue se desvanece y se vuelve en inquietud, y Keiji se da cuenta, no es ningún tonto, pero tampoco quiere inmiscuirse, no estaban en él mejor momento.
Se encierra en su habitación y apaga las luces, se tira a la cama, quiere dormir y no pensar más, quiere creer que todo es producto de su gran imaginación y que mañana cuando vuelva a esa tienda Kenma ya no estará ahí.
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Hello Stranger
FanfictionAun con el calor y su reciente pelea con keiji, puede apreciar lo inusualmente extraño que es el chico que lo atiende.