P r e l u d i o.

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Sus piernas corrían con ferviente desesperación, su acelerada respiración y el pánico en su mirar era una clave exacta para acertar con su sentir y sus pensamientos.

    En cuanto escuchó voces de hombres detrás de ella su pánico aumentó y con ello en mente como motivación, corrió aún más rápido hasta que frente a ella se abrió un pueblo nocturno, al menos las antorchas estaban encendidas en casi cada rincón del mismo. Con agilidad, se ocultó tras un pequeño pero oculto espacio entre dos casas, viendo a los hombres a su costado pasar por el mismo continuando el mismo camino que ellos creían había seguido. Justo cuando vio al último pasar, dejó salir el aire en sus pulmones y aflojó el agarre de sus brazos, que envolvían a un inocente, pequeño pero peculiar ser.

    Un pequeño tan hermoso como curioso por el mundo que le rodeaba, tan calmado como lo era su aura, de la misma forma en cuanto captó la imagen de su progenitora, rió contento, feliz y satisfecho con ver el rostro de su progenitora. Sus manitas se hicieron puños cuando la misma no le hizo caso en complacer su pequeño capricho de mimarlo.

    En cambio, la joven madre con cautela y algo delirante, salió de aquel reducido callejón; miró a ambos lados en busca de alguna señal que le dijese que alguno de esos hombres estaba cerca. Al encontrarse con el frío silencio del pueblo, se adentró al mismo hasta dirigirse a una casa en específico; inhaló profundamente antes de tocar con una de sus manos.

    Tenía que prepararse mentalmente para lo que se avecinaba, para lo que estaría a punto de suceder y para lo que acontecería al menos en la vida de su pequeño retoño, aquel pequeño pero especial ser.

    Debía empezar a aceptar que ella no tendría la fortuna de verlo crecer, no tendría la fortuna de verlo convertirse en un hombre de bien ni mucho menos verlo casarse, o siquiera, a usar sus dones para el bien. No tendría el privilegio de ser su madre al cien por ciento, y todo por la codicia de la humanidad al quererlo en su bando o bien para experimentar con él, con ello volviéndose invencibles.

    Al oír el rechinar de la puerta abriéndose, levantó la cabeza, topándose con una mujer ligeramente más alta que ella misma. Sus rasgos finos, suaves y joviales eran levemente opacados por el aura del sueño que envolvía su cuerpo, no podía culparla, después de todo había venido de emergencia inmediata y a altas horas de la noche. La fémina aún en la casa le sonrió, o al menos lo intentó, a pesar de  su cansancio.

    —¿Qué haces aquí y a esta hora, Park? —cuestionó con tono severo.

    La joven madre sin osar a vacilar en aquel momento, le otorgó con cuidado a su niño a la otra mujer, quien extrañada frunció el ceño.

    —Larga vida al poder. —susurró la mujer mirándola con desesperación.

    Entonces ahí entendió.

    Esa era la clave. Era la señal por la que llega tanto tiempo estuvo esperando.

    Saliendo de su somnolencia, se aferró al pequeño cuerpo en sus brazos, que no lloraba ni se retorcía, sólo la miraba con creciente curiosidad.

    Pronto escuchó a la lejanía las puertas de su pueblo abrirse por el ruido, algunos pasos acercándose y algunos susurros y exclamaciones por las suposiciones que poco a poco sacaban.

    —Ha llegado. —exclamó por lo bajo un hombre de avanzada edad, apoyándose en su bastón de madera.

    —Es él. —le siguió otra mujer con voz queda, sorprendida por admirar al bebé entre sus brazos.

    En cosa de nada, las personas ya estaban a su alrededor, con sus ojos curiosos, espíritus esperanzados y seres aliviados al confirmar que aquel pequeño bebé en el pueblo se trataba de la leyenda volviéndose realidad, de aquella que les ayudaría a alcanzar la paz y la capacidad de coexistir con los mundanos.

    Ellos deseaban convivir con ellos, deseaban vivir como ellos sin guerras ni pleitos de por medio.

    Sólo querían ser aceptados.

    Y esperaban que la reencarnación de su diosa naturaleza, fuera finalmente la clave de la coexistencia.

    —Cuídalo. —rogó la joven madre acercándose una última vez a su pequeño, besando su frente y otorgándole una última sonrisa.

    Y antes de titubear, retrocedió hasta finalmente comenzar a correr lejos de aquel pueblo, liberando su aroma y llevando a sus perseguidores lejos del mismo, llevándolos y guiándolos lejos de ahí hasta hacer desaparecer del mapa la posibilidad de que había dejado a su pequeño cachorro en el pueblo de los Ambika.

    Park Jimin había nacido con un propósito. Y nadie debería interrumpirlo ni frenarlo.

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Bienvenidos sean a esta nueva historia. ;3
Les sugiero poner esencial atención pues cada detalle cuenta. De por sí, Jimin ya es uno de ellos.

Disfruten la lectura. 🌹

Danger ✧ Yoonmin ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora