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Zain:

Observé detenidamente cómo fruncía el ceño, preocupada quizás, como buscando algo. El pelo ahora color carbón se le pegaba a la cara y tenía los labios hinchados y rojos, por el frío.

No pude evitar sentir alegría y tristeza. Quería abrazarla y besarla pero por otra parte me sentía culpable por haberla dejado ese día sola.

Había decidido seguirla y pedirle perdón, hasta que lo vi a él, observándola a lo lejos, sonriendo como un estúpido. La ira me recorrió el cuerpo con tan solo pensar que podía tocarla, abrazarla. Me los imaginaba sonriendo, enamorados, mientras ella le tocaba el pelo justo como hacía conmigo.

Me quité el casco y decidí acercarme a ella antes de que Dylan lo hiciera. Frené en seco cuando su delicado cuerpo salió disparado por el impacto del coche. Las lágrimas se me acumulaban en los ojos y no podía respirar.

"¿Iby?"

La gente se acumulaba a su alrededor. La lluvia se escuchaba cada vez más fuerte. Sentía mi corazón latiendo desmesurado.

- Zain, corre hijo, busca ayuda — exclamó mi madre intentando sacar a mi padre del coche.

- Mami no — sus ojos viajaron a la parte trasera del coche donde se estaba formando una llama.

- ¡Corre Zain corre! ¡No mires atrás!

- Os vais a quemar mami — sollocé.

Escuché a lo lejos un trueno que me hizo volver a la realidad.

No iba a perderla a ella también. Salí corriendo, esquivando a todas las personas que pasaban delante.

- ¡Llamad a una ambulancia! ¡Iby!

No reaccioné al verla. Su cuerpo inconsciente descansaba en sus brazos mientras él lloraba desesperado. El pensamiento de arrancarla de sus brazos se me pasó por la cabeza pero decidí ignorarlo, recordando todo el daño que le había hecho.

"No te mereces a alguien como Iby"

Observé su rostro una última vez antes de abrirme paso entre la muchedumbre y desaparecer.

Casi un mes después fui a visitarla, tenía la necesidad de saber si estaba bien.

Me acabé encontrando con Dylan y la verdad incluso llegué a sentir un poco de pena: estaba despeinado, ojeras marcadas, labios secos y llevaba la misma ropa del día del accidente.

Lo ignoré cuando se puso furioso y decidí marcharme, no sin antes pagar a una de las enfermeras para que me dejara poder ver a Iby cada vez que quisiera.

Arís [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora