Prólogo: Ojos rojos

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Sus pasos eran demasiado estrepitosos para él, quizá porque de alguna manera sentía un poco más las vibraciones que el que estaba corriendo hacia su ubicación, por lo que, para evitar seguir escuchar o sentir los pasos, se sentó en el suelo, bostezando un poco. El madrugar para vigilar la zona no le gustaba mucho.

—¡Jamie, espérame!—chilló, aunque de todas formas el llamado Jamie ya no pensaba moverse durante un ratito.

Una vez paró de correr, Jamie se dio cuenta que se trataba de el pokémon más obvio en el que estaba pensando todo el rato.

Su pelaje negro llamaba mucho la atención en el día, y mucho más en una zona donde los árboles estaban un poco más separados, dejando que los rayos de sol les pegaran a ambos, ella al menos relucía su estilo un tanto oscuro pero genial. Él, por otro lado, apenas ser iluminado por los rayos de sol, podía casi escuchar como la naturaleza se burlaba de él por su apariencia poco masculina, pero a él no le importaba, ¡el rosa no era de chicas!

—¿Y tu porqué tardaste tanto?—soltó un par de risitas, mientras bajaba un poco sus rosadas orejas.

Una Umbreon llamada Hannah, su mejor amiga, jadeaba bastante, no estaba acostumbrada a correr tan rápido, ese era uno de los pocos días en que tenía que hacerlo, y vaya que lo detestaba un montón.

—Pues no creo que sea porque me dejaste super atrás, ¡no, para nada!—infló sus mejillas, mientras se acercaba a el para sentarse a su lado.

El muchacho rió un poco más, para luego apegarse a su amiga, mientras usaba uno de sus apéndices para atraparla y obligarla a estar más pegada a él, era claro que a ella no le gustaba que le hiciera eso, pero eso no lo detenía, le gustaba oírla gritarle o que le insultara a los cuatro vientos, le daba gracia.

Aunque, justo esa vez, por alguna razón, no recibió respuesta alguna de Hannah.

—¿Oye, estas bien?—dejó de hostigarla con aquel abrazo, ya que el no haber reacción le asustó.

No parecía tan habladora como cada día en la tribu, donde podía escucharla decir como mil y un hechos sobre la flora que albergaba todas las mañanas o sobre como se podían mejorar los entrenamientos de los más jóvenes —cosa que hizo que ya no fuera una de las entrenadoras—, pero, justo esa mañana, por algún motivo solo observaba al suelo, jadeaba por el cansancio, pero no era el cansancio lo que la estaba manteniendo en silencio, ya que ella siempre buscaba la forma de recuperar el aliento solo para decir cualquier otra cosa.

La chica temblaba un poco, ¿el motivo? ni él lo sabía. Torció un poco los ojos, era cierto lo que le decían los otros muchachos cuando solo eran unos eevees: Las chicas son un gran dilema, más grande que él de como la vida surgió.

Luego de unos cuantos segundos de estar en ese estado, Hannah por fin reaccionó, solo para comenzar a moverse por los alrededores, tratando de liberar algo de tensión.

—¿Comiste algo raro de camino?—Jamie ladeó la cabeza, con un semblante de confusión.

—Puff, ojalá—la chica se estiró un poco, bostezando con la misma magnitud que el muchacho segundos antes de que ella llegara—, a lo mejor solo estoy cansada.

—Amiga, no te entiendo...

—Y yo que pensé que el ser un Sylveon te haría entender mejor a las mujeres

Hannah estalló en carcajadas, las cuales provocaron un gran sonrojo en la cara del contrario, no solo de vergüenza, sino también de molestia, ya que le terminó recordando el porqué ahora era el hazmerreír de muchos amigos. En palabras cortas: fue un noviazgo, que ni siquiera acabó bien... ¿La vida de soltero era buena con ese aspecto? no, para nada.

Pokémon Mundo Misterioso: Luces de la sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora