Único capítulo

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Se miraba en el espejo con odio, no soportaba la idea de lo que pasaría ese día.

Maldito sea el día en que llegó. No creía volver a sentir odio y hoy sentía odio por todo; odio al traje que ahora portaba, odio por la "celebración" que tendría, odio por el horrible country quien lo esperaba en el altar. Le había dado mil vueltas al asunto, buscando la forma de librarse de todo, sin embargo, no la había. Tenía tanta rabia contenida el mexicano, se levantó de la silla caminando lentamente al espejo frente al él, sus manos se formaron en puños los cuales impactaron contra el espejo rompiéndolo en varios fragmentos, su imagen ya era imposible ver.

Llamaron a la puerta, México suspiro, vio su mano la cual tenía algunos rastros de sangre, se limpió y tomó los guantes blancos que estaban en el respaldo de la silla para colocárselos.

Al salir de la habitación camino por el largo pasillo que conectaba con la capilla donde todos lo esperaban. Sabía a la perfección porque debía casarse, sin embargo, las lágrimas comenzaron a brotar como la primera vez que se encontraba en su habitación.

***

Estaba harto, no había forma de ayudar a su gente, la economía iba en picada, a ese paso quedaría en la pobreza, pero no se rendiría tan fácilmente de una u otra forma saldría adelante.

Revisaba algunos documentos cuando llamaron a la puerta, en el instante que se levantó, el país euroasiático entró con una sonrisa, inmediatamente el mexicano desconfió de las intenciones de este.

Sólo debes firmar — Rusia dejó el papel en la mesa y acercó una pluma al de sangre azteca.

Se que tu propuesta puede ayudar a mi gente, pero... — México miro aquel papel alejándolo un poco de él — todo esto lo hacen para ganar territorio, al ser vecino de USA te conviene crear una base militar — trago saliva, no habría otra oportunidad como esa, pero era más importante su gente, no quería tener nada que saber o involucrarse en una guerra — así que rechazaré tu propuesta.

El euroasiático frunció el ceño, se levantó alejando la silla bruscamente, camino a pasos apresurados hacia la puerta cerrándola con llave. México también se levantó e intento abrir, sin embargo, Rusia impedía que saliera, no se iría de ahí sin lograr su objetivo. Sujeto de las manos a México aplicando fuerza en su agarre, en ese momento el de emblema de águila sintió terror.

No estás en la postura para rechazar mi propuesta — Rusia trataba de controlarse le molestaba no conseguir lo que quería — ¿crees que otra potencia te ofrecerá esto?, eres un asqueroso tercermundista.

Y aunque quisiera aceptar tu propuesta, gran parte de lo que me ofreces se irán a las deudas que tengo, no serviría de nada tu supuesta ayuda — México sonrió al ver como el alto en estatura se alejaba de él.

Tenía razón en eso, no podía entrar a su territorio tan fácil con una simple ayuda. ONU sabría lo que tramaba e intervendría, tal vez si inventaba o esparcía un rumor podría conseguir lo que quería.

Bien, tienes razón — camino al escritorio, tomó la hoja rompiéndola por la mitad — no lograre nada de esta forma — sonrió con malicia. Volvió a quedar enfrente del de sangre azteca — pero tal vez de esta manera si

***

La luz del auto que comenzaba a estacionarse, iluminó parte de la casa de la cual un perro comenzó a ladrar. La puerta se abrió, dejando ver a México con su traje mal arreglado, no tenía ánimos de jugar o saludar a su adorado Paco, solo quería estar en su habitación.

Una vez dentro, dejó caer su maleta sin importarle que esta se abriera esparciendo todos sus documentos en el suelo. Llegó hasta su cama recostándose en ella, sus ojos no aguantaron más, las lágrimas salieron, se sentía sucio quería deshacerse de esa sensación, limitó sus acciones a abrazarse a sí mismo, maldición al ex soviético.

Bajo la amenaza de contarle a todos lo que pasó ese día, México no tuvo otra opción que hacer caso a todo lo que el ruso le pidiera.

Ante las cámaras, teniendo de testigo a millones de personas Rusia le pido matrimonio, solo de esa manera podría hacer gran parte de lo que quisiera en suelo mexicano. Todos esperaban expectantes a la respuesta de México quien solo quería llorar, correr a cualquier lugar lejos de él, pero si lo hacía tendría consecuencias.

***

Por fin llegó a la capilla, todos los presentes se levantaron al verlo parado en el umbral de la puerta.

Entre los murmullos al verlo pasar, eran de lo feliz que debía sentirse al casarse con alguien que ¿Ama? Vaya que estaban equivocados, su pueblo quedaría en pobreza, fue violado y con ello chantajeado de divulgar una cruel mentira en la que el abrió las piernas para acostarse con una potencia y así quedar beneficiado de alguna forma. A punto de casarse forzosamente, sin comprender como Rusia lo trataba, llegando al borde de haberlo lastimado tanto como para llegar a urgencias.

— Rusia ¿quieres recibir a México, como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

— Sí, quiero.

— México ¿quieres recibir a Rusia como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

— Sí, quiero

— Puedes besar al novio — dijo el juez a Rusia

Rusia se acercó a México, quien trataba de alejarse — Espera, ¿acaso quieres que difunda lo que pasó aquel día? — musito logrando que el menor de estatura se detuviera. Lo beso rápidamente en los labios escuchando a los invitados celebrar, lo tomo de las manos acercándolo más a el — Ahora estaremos juntos por la eternidad.

El brillo en los ojos del mexicano había desaparecido por completo, todos los invitados se habían dado cuenta de ello, pero, por más que los demás insistían y preguntaban, él siempre contestaba que estaba bien o simplemente daba una media sonrisa antes de mirar hacia Rusia, quién en ningún momento le quitaba la vista de encima.





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Por toda la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora