Caminé a un paso apresurado y llegué al camarote de mi padre, dentro se encontraban la señora Casey, su hija Angie y mi hermano.
- Hija, ¿dónde te has metido? –preguntó mi padre preocupado, me abrazó pero yo rápidamente me quité de él.
- Por ahí –dije y me senté en el silloncito. Angie me observaba y mi hermano también lo hacía.
- ¿Qué? –les pregunté una vez desesperada.
- ¿Puedo hablar contigo? –pidió Angie. Después de un gran suspiro y una patada de debajo de la mesa por parte de mi hermano acepté.
Entramos al cuarto y yo me recosté en la cama de mi padre. Ella se sentó frente a mí.
- ¿Cómo sigues? –preguntó.
- Estoy bien –le dije y cerré los ojos.
- Estás pálida y mucho más delgada que cuando te conocí. Esa noche del concierto tú me dijiste que no dejara que nada me aplastara y que mi novio no podía mandarme en nada. Nadie podría obligarme a querer algo o a odiar algo.
- Eso qué tiene que ver conmigo –pregunté aún con los ojos cerrados.
- No lo sé, pero supuse que tú deberías de ser una mujer fuerte y de un gran corazón. Merecedora del de Matthew, es mi amor platónico y tú eres casi como mi hermana. No… sé porqué situación estés pasando. Pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para apoyarte.
- Gracias –dije, solo así.
Después de un rato sentí cómo me comenzaba a quedar dormida. Jamás había sentido tanta paz como la sentía esta noche, estaba completamente en los brazos de Morfeo, simplemente durmiendo. No me importaba el exterior, no me importaba lo que estaría haciendo Matthew con Kelly, no me importaba lo feliz que eran los chicos con sus novias, no me importaba cuanto amaba Nash a mi hermana, no me importaba cuan enamorado estaba James de Gemma. No me importaba nada. Simplemente… quería dormir.
Malentendido
(Narra ____)
Desperté de golpe asustada por el tiempo, la noche había llegado y yo no estaba en el lugar de encuentro. ¿Qué pasaría si yo no me presentaba? Miré a mi alrededor y mi padre estaba dormido a mi lado, James no se encontraba allí. Me levanté corriendo y salí de la habitación. No estaba tampoco en la salita.
Salí corriendo de la habitación y bajé corriendo las escaleras, llegué al primer piso y revisé mi celular.
“Has sido impuntual, tu hermano pagará” –estaba en mi bandeja de entrada.
“No, no, no, no, ¡Ya llegué! Me quedé dormida, pero ya llegué, no le hagan nada por favor, ya llegué” –mientras lo escribía, estaba temblando y estaba llorando.
Me senté como comúnmente lo hacía y cerré los ojos fuertemente, esperé unos minutos y no había nada. Comencé a llorar otra vez desesperadamente, esperando y rogando que llegaran y me llevaran a mí en vez de él. Luego de estar sollozando, sentí que el pañuelo rodeaba mi boca y mi nariz, aspiré profundo de él y me quedé dormida.
…
- ¡Ah! –sentí cómo me golpeaban en el estómago.