Winter and Bones (One-shots)

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Aviso: Este es un pequeño one-shot con Fem Bucky por si a alguien no le agrada le sugiero abstenerse de leerlo.

Le agradezco a AndreaBerghBackman por darme la idea y pasarme la imagen que está en multimedia y que inspiró este corto relato. Espero que lo disfrutes porque esto va dedicado a ti <3

Brock no era de esos tipos que se enamoraban, había tenido varias amantes en su vida pero ninguna había logrado meterse dentro de su piel, ninguna había logrado conseguirse un lugar dentro de su gélido corazón, ninguna se había metido dentro de sus pensamientos ni había logrado que mariposas aparecieran en su estomago.

Había escuchado tantas cosas cursis acerca del amor y claro que creyó que todo aquello era mentira, creía que no podía ser posible caer por alguien de esa manera que describían en las películas o la ficción. Brock creía que aquello eran ilusiones baratas pues nunca había tenido un sentimiento así por nadie.

Y entonces llegó ella.

La primera vez que la vio fue cuando la sacaron de la cámara criogenica en aquel impecable laboratorio. Claro que había escuchado hablar del Soldado del Inverno, después de todo era una leyenda en HYDRA, pero nunca había escuchado nada concreto solo algunos rumores aquí y allá que hablaban sobre el asesino perfecto, aquella entidad que parecía un fantasma. 

Lo que nunca se imaginó fue que aquel Soldado fuera una mujer y mucho menos una tan hermosa. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo en cuanto la tuvo enfrente. Su figura era curvilínea con un busto del tamaño perfecto, su piel pálida se veía demasiado suave, el cabello oscuro le llegaba más abajo de su cintura y tenía unos ojos azules enormes rodeados por espesas y abundantes pestañas. Incluso su brazo izquierdo era bellisimo, fabricado en metal plateado con una brillante estrella roja en el bicep. 

Rumlow había quedado deslumbrado por su belleza desde un principio, pero lo que logró que cayera completamente enamorado fue verla dentro del campo de batalla. Como su manejador directo era él quien le daba las ordenes y cada una de ellas era cumplida al pie de la letra por aquella joven perfecta. Verla en el campo era majestuoso, verla como se movía con agilidad y con un sigilo tan impresionante le cortaba la respiración y lo dejaba sin habla. 

Su nombre era Jamie Barnes, la mejor amiga perdida del Capitán América, pero a Brock no le gustaba llamarla así. No le era permitido pues aquello resquebrajaría la programación dentro de su mente y aparte no le gustaba utilizar ese nombre que Rogers mencionaba con tanto amor cuando hablaba de ella. No, a Brock le gustaba llamarla Winter. 

No tardó demasiado en ganarse la confianza de la chica, comenzó por tratarla con cariño, solía darle pequeñas recompensas cuando una misión terminaba bien, le acariciaba el cabello, le daba dulces cuando los demás no lo estaban mirando, la llamaba por apodos cariñosos que provocaban que sus blancas mejillas se sonrojaran y le daba aquel contacto que por años todos le habían negado. Porque los demás agentes le tenían miedo, no se acercaban a ella a más de un metro de distancia y ni siquiera la miraban a los ojos. 

La trataban como a un arma, como un objeto letal que no merecía atención y él se había aprovechado de eso para formar un lazo único con ella. 

La primera vez que vio como le lavaban el cerebro utilizando esa fea silla y escuchando los gritos agonizantes cuando aquellas placas se pusieron alrededor de su cabeza y comenzaron a darle dolorosas descargas de alto voltaje casi quiso matar a todos en esa maldita habitación. Pero se controló, no dijo nada cuando se la llevaron y la volvieron a congelar, se portó como el buen agente que era y esperó, cuatro años después Winter regresó a él y supo que sus esfuerzos habían dado frutos cuando a pesar del borrado de memoria y de todo el tiempo que pasó aquellos enormes ojos lo miraron y el reconocimiento apareció en ellos haciendo brillar el color azul como si del cielo mismo se tratase.