Doing And Saying Are Two Different Things

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Pete no era un gran admirador de Target. Se sentía como un Walmart para personas con más dinero, aunque era eso exactamente. El logotipo era demasiado rojo, los comerciales realmente molestos, y las tiendas mismas, así como los productos que vendían, olían raro. Sin embargo, Target era uno de los únicos buenos lugares con precios bajos y alta selección de delineador de ojos que no eran un Walmart, así fue como terminó allí un martes por la noche.
Después de diez minutos, Pete finalmente se decidió por tres colores diferentes de Maybelline cuando vio a un ángel con una camiseta roja demasiado pequeña y unos pantalones caqui en unas piernas que se estiraban para reabastecer el estante de gel de baño.
Su cabello rubio strawberry estaba cubierto con una gorra negra que Pete sabía no era de la empresa, y tenía anteojos de montura negra que enmarcaban unos hermosos ojos azules. El chico miró a Pete cuando se dio cuenta de que era espiado por el mismo y se mordió sutilmente el labio inferior rosado y regordete, entonces Pete supo que ese empleado de Target sería su futuro esposo. Sí, así de inteligente era.

Se arregló el cabello, se alisó la sudadera y respiró hondo. No podía dejar que este chico se fuera de allí sin saber su nombre.

—¿Puedo ayudarlo?—preguntó el chico. Pete miró la etiqueta con su nombre. Patrick, estaba escrito en mayúsculas. Sonrió.

—Sí, Patrick. ¿Puedes decirme en dónde están los condones extra grandes?

Patrick resopló y Pete contuvo la respiración cuando vio los ojos del rubio parpadear hasta su entrepierna.

—¿Está seguro de que necesita extra grandes?—preguntó casualmente y Pete supo que estaban destinados a estar juntos. Patrick se puso de puntillas de nuevo y siguió acomodando los estantes que apenas podía alcanzar. Los ojos de Pete se posaron en el pedazo de piel pálida y, aparentemente suave donde se levantaba la camisa de Patrick. Fue una linda vista.

—Sip.

—Como diga. Están en el pasillo 10.

Se quedaron ahí, de pie y mirándose unos segundos antes de que Patrick hablara de nuevo—¿Necesita ayuda con algo más?

Pete trató de parecer inocente—¿En dónde está el pasillo 10?

—Bueno, estamos en el número 8 ahora—dijo lentamente, como si hablara con un niño—Así que vaya al final del pasillo, gire a la izquierda, luego baje dos pasillos y ahí estará el 10.

—Ah, okay.

Patrick se giró otra vez para seguir con su labor pero después de lo que fue casi un minuto se dio cuenta de que Pete todavía lo estaba mirando.

—Señor, ¿está seguro de que no necesita nada más?

Pete sacudió la cabeza.—No me llames señor, es raro. Soy Pete.

—Está bien, uhm, Pete—el rubio se lamió los labios, algo nervioso. Pete estaba hipnotizado—¿Estás seguro de que no quieres algo más?

—No, estoy bien.

Patrick se volvió para mirarlo, poniendo una mano en su cintura mientras su otra mano aún sostenía una botella de gel.—¿Realmente necesitas esos condones o solo estabas tratando de decirme qué tan grande es tu pene?

Pete tenía una bocota. Pero sí, ese era su verdadero objetivo. Así que no pudo evitar decir:

—Bueno, al parecer no voy a necesitarlos después de todo.

Pete dejó el Target con tres delineadores de ojos, una botella de Advil y un punzante dolor de cabeza. Para ser un ángel, Patrick realmente sabía cómo rechazar a alguien.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2020 ⏰

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