Biblioteca Profana

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Después de terminar la clase con el señor Spell tenía hora libre así que me dispuse a investigar todo sobre “géminis” sé que es un signo del sodiaco  pero mis investigaciones sobre astrología nunca me interesaba tanto el tema del sodiaco; era más de astrofísica y termodinámica aplicada. Ahora que recuerdo, una vez incendié cierto cine abandonado que servía como lugar para compra y venta de menores de edad, claro que me aseguré de que todas las víctimas tuviesen al menos una gratificación después de toda la mierda que pasaron, la mayoría fueron adoptados por familias de clase media alta, con nombres diferentes, como una nueva vida resurgiendo de entre los escombros.

Me perdí tanto en mis pensamientos que choqué con cierta pequeña pelirroja.

—Perdona, no te ví— se disculpó mientras se acomodaba las grandes gafas—¿Vas a algún lugar? Puedo ayudarte a encontrarlo— su voz era pausada, suave, se podría decir que hasta tímida.

—Voy a la biblioteca, necesito investigar algo— dije en un tono moderado.

—Claro, yo te llevo, y bueno, tal vez pueda ayudarte, soy buena investigando y descubriendo— inquirió y podría jurar que vi cierta chispa en sus ojos.

—Por cierto, mí nombre es Mara, Mara Prime.

—Yo soy Olivia Münich, pero puedes llamarme Olly— su voz tomo cierto acento marcado pero seguía siendo pausado.

Supuse, por su apellido, que podría ser Rusa o Alemana.
Pasamos por un pasillo largo y helado, el día comenzaba a tornarse gélido, muy probablemente sería una noche lluviosa. Había casilleros a ambos lados del pasillo, la biblioteca quedaba en el área de literatura, la cuál se encontraba en el cuarto piso. Mientras subíamos las escaleras pregunté:

—Oye, ¿El chico pelirrojo del piso de Leyes es algo tuyo?

—¿Hablas de Vlad? Si, es mí mellizo— respondió con una nota de cariño en sus palabras.

Yo sabía que estos dos tenían malgún parentesco, sin darme cuenta llegamos, la biblioteca tenía un enorme puerta de caoba, adornada con delicado trazos de pintura dorada. Entramos y en seguida me invadió esa sensación de historia, años, libros, polvo y café.

—¿Qué es lo que buscas?
—Todo sobre el signo del sodiaco, Géminis.

—Muy bien, en ese caso debemos ir a el pasillo de astrología y buscar la sección de sodiaco— inquirió con voz cantarina.

Pasamos por las altas repisas, cada una más grande que la otra, comencé a pensar que no tenían fin, eran muchísimas, llenas de libros e historias. Llegamos a un largo pasillo con repisas a ambos lados marcado como “Astrología

Olivia comenzó a buscar por el pasillo, leyendo los nombres de las secciones de los libros, una vez encontrada la sección que buscaba, comenzó a buscar con más ahínco un ejemplar en específico.

—¿Dónde estás pequeño? Debería estar por aquí… ¡Lo tengo!

Sacó un libro de pasta gruesa, enorme y pesado, encuadernado, seguramente en piel.

Buscamos una mesa para poder leer su contenido, al abrir dicho libro se expandió un ligero polvillo con olor a cenizas y… ¿Amoníaco? Si, ya saben, ese mismo que se usa para borrar huellas dactilares. Esto me llamo mucho la atención, tendría que llevarme ese libro a casa.

—Dejáme ver—intervine mientras hojeaba el libro.            —Aquí está, Géminis.

Básicamente decía que era el signo de los pares, mellizos, gemelos, gemelas y parecidos, pero siempre en paquetes de a dos, de repente, la puerta de la biblioteca se abrió de golpe, mis ojos tardaron unos tres segundos en entender lo que estaba sucediendo, una maraña de piel, labios y cabellos peculiares.

Si, amiguitos, Shane y el Mellizo juguetón liándose a besos y caricias lujuriosas.

—Vaya, vaya hijo de puta— dijo Olivia mientras una sonrisa irónica surcaba sus delgados labios.

Sublime inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora