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Sabía muy bien el horario del restaurante, puesto que recordaba la primera vez que Pietro me contó cada cosa del lugar. Claro que, solo me concentraba en lo emocionado que estaba mientras hablaba.

Estaba muy acostumbrado a las desgracias con el pasar de las semanas, asique no me sorprendió lo que leí en ese cartel.

Cerrado por vacaciones de invierno.

-¡¿Que maldito restaurante toma vacaciones?!- el arquero cerró sus puños con fuerza, comenzando a contar en murmuros. Llegó casi al doscientos treinta y cinco.

Trabajar podría calmarme un poco, pensé. Solo que cuando llegué, María Hill dijo que no había alguna misión para mí, que me avisarían cuando así sea.

Mientras conducía directo a mi casa, de nuevo, preguntas se formulaban por si solas en mi mente, ¿Porque Pietro nunca me dijo que el restaurante está de vacaciones?

O mejor dicho, ¿Cuando dejé de visitarlo en sus descansos?

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora