Mi mente esta estrujada y mis pensamientos siguen... desapareciendo.
No puedo dejar de preguntarme si está será la última vez que hare esto, o se tornara costumbre. Una explosión de incertidumbres estalló en mi estomago y, las lagrimas no se hicieron esperar, corrieron por mi mejilla mientras respiraba con dificultad. Entre en pánico, sin haber empezado. ¿Pero, porque ahora?
Modificación de táctica.
—Cambio de planes —dije pensando bien las cosas.
Nathan me ojeo con abundante inquietud. La chica con los pañuelos verdes entre sus manos avanzó hasta su punto de posición. La muchedumbre alrededor abrieron paso para contemplar la jugada. Muy a pesar de mi miopía, pude fichar unas personas en cada terraza de los locales deshabitados para mantener el seguimiento de quienes eliminaran al no cumplir con el objetivo.
—¡Habla ahora o calla para siempre! —chilló Jhope atareado, sin apartar la mirada de aquella chica.
Desearía poder articular —una excusa— algo, que no suene tan incoherente.
—¡No puedo hacerlo! ¿Bien? —confesé temerosa.
—No, no, no, no, no... No a estas alturas, mi ciela —replico Jhope irónico, con los ojos bien abiertos.
Mi cuerpo se tenso aun más al pillar los brazos de la chica alzarse, sentí como algo se estrangulo en mi garganta, pero no puedo permitirme caer.
—Creo que ya es demasiado tarde... —murmuró Nathan casi en susurro.
Los pañuelos descendieron al suelo, así como mi alma.
Sin poder dar el placer de la duda, pise el acelerador como si dependiera de este haciendo que rechinara los neumáticos contra el asfalto. Ambos chicos tuvieron golpes por la velocidad en que me dispare, colapsando en el cabezal de sus asientos.
De los treces autos en marcador, íbamos de octavo y, es un milagro. Agradecí el hecho de correr en la misma pista pasada, lo que me garantiza y me da la opción de coger los atajos para avanzar más, lejos de mi pesadilla andante.
Di una ojeada por el espejo de retrovisor y no pille nada inusual, ni siquiera conocía ese coche negro y debido a sus vidrios ahumados es imposible distinguir quién es el conductor.
—¡Nathan, has algo por la patria! —chilló Jhope, removiéndose sobre su asiento inquieto—. Ve indicando cuantos autos quedan atrás de nosotros.
—¡Esta bien! —ladeo un poco la cabeza para cumplir lo exigido.
—¡Carly, coge los atajos!
—¡No me digas que debo hacer!¡No cuando lo aprendiste de mi! —rugí obstinada, sin apartar la vista de la vía y del auto rojo pasión que obstaculiza mi paso—. ¡¡Puto JungHyun de mierda!!
Tambaleaba el volante de derecha a izquierda, con la principal intensión de desviarlo y lograr colarme en los estrechos espacios que el muy inútil dejaba al ruedo, pero parecía que buscaba la manera de trancarme.
Me estaba sacando de quicio.
El auto blanco estaba a dos autos delante de mío –bueno, del padre de Jhope. Ustedes me entiende-, y sin contar que él auto de Suga posicionaba de primero. El de TaeHyung, le perdí de vista, como siempre.
Como si fuese poco la presión que ya mis hombros lidiaban, mi teléfono comenzó a timbrar cortando el silencio sepulcral y la tensión, que se iba creando.
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SÉ QUIÉN FUE |Gemelos| JungKook
Fiksi PenggemarDos caras completamente idénticas, ideales totalmente distintas. Las mismísimos obras de Satanás, con cuerpos envidiables casi exagerados como su capacidad de nivel superior en el Instituto, llegando a un punto de ser ídolos de muchos y rivales de o...