Suelo cazar en un sector no lejos de mi hogar y cercano a la casa de David, la de Jeremías. El rastro dejado por las niñas me guía por ahí.
— ¡Estoy seguro que fue idea de Lucero! — le comento a Jeremías quien me sigue atento.
— ¡No lo negaré! — habla el mencionado observando a su alrededor pensando que las niñas pueden estar cerca — Lucero tiene un alma libre y Jazmín se entusiasma fácilmente con esas cosas.
No puedo evitar recordar a Wulf ante esas palabras, mi hermano mayor y uno de los padres biológicos de Jazmín tiene esa misma personalidad.
Sería mentira decir que las chicas nunca han entrado al bosque, lo han hecho en un sector tranquilo y siempre en mi compañía o con alguno de los lobos que he conocido por seguridad porque no se como tratar a unas niñas lobos.
Toda mi vida me enseñaron que ellas no existen y las expediciones al bosque se hacían con muchachos un poco más rudos y curiosos de su alrededor. Pero puedo asegurar en mi corta vida de padre que es un nuevo prejuicio de mi gente, tanto las niñas como los niños a esa edad son iguales en intereses, fuerza física y curiosidad. Lucero ya tiene actitudes de caza a temprana edad, ama estar descalza, subir árboles; no le interesan los raspones, ensuciarse o golpearse de vez en cuando. Jazmín tiene las mismas habilidades que mi hija, si bien le es difícil escalar, es rápida en el bosque y tiene un excelente olfato y oído. Ya hemos cazado en conjunto aves y conejos, ambas lograron atrapar un pequeño pudú pero este fue más inteligente y se les escapó.
Tuve que ser más cuidadoso con mis clases de lobos con las niñas luego de que una vez le enseñé a Lucero a aullar. Aprendió rápido el significado de los aullidos ya que quería, en caso de emergencia que me avisara si pasaba algo en la casa con su madre o en la de Jeremías y David. Lucero le enseñó a su prima el lenguaje de los lobos y está lo aprendió con la misma facilidad que su profesora.
Si bien logramos hacer que se comunicaran con nosotros, las niñas tomaron estos aullidos como forma de hablar entre ellas de casa en casa o cuando estaban juntas. Sus madres, quienes trabajan todo el día, no podían soportar los aullidos y gritos entre casas, a lo cual llevó a una reunión entre Lucía, Margarita, Jeremías y yo para explicarles que estaba pasando. Las mujeres no estaban muy contentas por lo que recuerdo, además que se veían cansadas. Tuve que prometer tener mucho cuidado que cosas les enseñaba. Pero insisto que el sistema de comunicación como la cacería que les estaba enseñando eran necesarias. No sabía que podía ocurrirles en un futuro y debían conocer su pasado como niñas de la Luna. Posiblemente sean las únicas mujeres lobo en el mundo y debían estar listas para defenderse. Temo por ellas si algún lobo se entera de su existencia o deciden cortejarlas. Quedan pocos años para que inicien sus ciclos de sangre lunar y se conviertan en mujeres. Pensar que les podría pasar algo me asusta y este momento todos mis miedos han aparecido. Si, peco en ser sobreprotector, pero luego de lo que le hice a la madre de mi hija me permito la desconfianza ante los de mi mismo sexo. Mi ceguera de años relacionados a las relaciones y sobre como son las mujeres causó mucho dolor.