Orión

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Eran inicios de febrero, así que el viento frío aun se colaba por las rendijas de las puertas y ventanas de las casas, locales y escuelas. No era sorprendente que la biblioteca escolar se encontrara atiborrada de jóvenes entre 18-22 años que hacían de todo, menos estudiar. Algunos aprovechaban la aglomeración y el calor para tomar una mesa y sentarse con sus amigos a platicar y comer, como si de la cafetería se tratase. Otros aprovechaban para dormir sobre sus pesados libros, otros jugaban cartas, dominó, y los más osados llevaban sus Game-Boy para jugar Pokémon. Eran muy pocos los que realmente utilizaban la biblioteca para lo que era: estudiar. Pero a la cuidadora no parecía importarle mucho. Era una señora mayor que se sentaba en la entrada y que saludaba alegremente a cualquier estudiante que ingresase. La gran mayoría de los alumnos le llevaban dulces, café o pan para ganarse su cariño y así era como les permitía hacer de la biblioteca un relajo.

Akira había alcanzado una de las mesas del rincón donde solo cabían máximo tres personas. La biblioteca estaba tan llena, que cada cinco minutos o menos, algún compañero suyo o de la escuela se acercaba a pedir una de sus sillas.

—Hola, ¿estás ocupando tu silla? —Akira se quitó un audífono y miró con molestia a la chica de cabello rosa y azul que lo miraba con pena.

—Sí. —Contestó a secas y la chica hizo una reverencia y se fue.

Harto, levantó su mochila del suelo y la dejó en la silla que estaba vacía a su lado. Llevaba media hora esperando a que Takashima saliera de su taller de dibujo, pero este brillaba por su ausencia. Habían acordado estudiar química juntos, no tanto por Akira, él era muy bueno en la materia. Pero Takashima no era capaz ni de entender porque cuando se juntaba el hidrógeno y el oxígeno se llamaba 'H2O' y no 'HO', tampoco entendía porque 'OH' no podía ser agua.

Se colocó el audífono de nuevo, retomando el párrafo que había dejado incompleto, recargó su pie en la base de la silla vacía frente a él cuando de un momento a otro sintió que la jalaban. Resopló por dentro y levantó la vista con cansancio, ¿Cuántas veces en el día tendría que decir que si estaba ocupando su silla? Así en realidad no la estuviese usando.

Un chico delgado de cabello negro y rojo lo veía con curiosidad. No sabía si este le había hablado o no pues llevaba una gran bufanda, de color vino y tejida, se quitó el audífono de nuevo y arrugó el cejo, haciendo una mueca de "¿qué?"

—Qué si puedo sentarme aquí. —Akira encaró una ceja. —Prometo no molestar, solo quiero estudiar un poco, pero con todo esto —señaló la biblioteca a lo amplio—no puedo hacerlo. —Akira miró a su alrededor y suspiró cansado. Asintió y le dio el asiento con una seña. —Gracias. —El chico se sentó frente a él, notó que tuvo un poco de dificultad para hacerlo, pero no le tomó importancia. Este saco un libro grande, viejo y pesado de su mochila y se puso los audífonos.

Akira quiso ver de que se trataba el libro, pues veía dibujos, anotaciones en pluma roja y muchas líneas extrañas, pero no dijo nada. Bajó la vista nuevamente a su libro y casi de inmediato sintió un golpe en su hombro.

—¡Lamento la tardanza! Nos retrasaron un poco más de lo habitual. —Akira le hizo una seña a su amigo de que tenía pintura en la mejilla izquierda y este se encogió de hombros restándole importancia. Se sentó a su lado y respiro hondo.

—Bien, ¿qué es lo que no entiendes? —Preguntó Akira, temiendo la respuesta.

—Todo y nada. No sé ni que vimos, así que por favor dame un repaso exprés para no reprobar mañana. —Akira rio.

—No entiendo por qué llevas química en Arte y Diseño. —Takashima contestó un "¡Yo tampoco!" —Esto te va a costar unas cervezas. —Takashima movió la mano, restándole importancia, dando comienzo a su sesión de estudio. Estaban tan concentrados y entrados en ellos mismos que Akira jamás notó cuando el chico de cabello bicolor se fue.

El Chico de las EstrellasWhere stories live. Discover now