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Abro la puerta lentamente y miro al mismo chico al cual herí físicamente con su típica chaqueta de cuero, aquella la cual no dejaba de usar aún con la calor inmenso que hacía en aquel día de verano en el que lo conocí.

–Antes de que me golpees de nuevo, déjame explicar.– Yo me cruzo de hombros y asiento. –Bien.– Suspiré y el asiente. –Mi intención no fue hacerte sentir mal, menos herirte más de lo que ya estabas; simplemente estoy harto de tener que escucharlos a ambos hablar tan feamente del uno al otro, simplemente porque están enojados.– Él dice y yo arqueé una ceja. –Siempre que discuten, tú te medicas, él se emborracha, ambos honestos, y es una migraña para mi. Luego saber que realmente resienten lo que sucedió y que no hay forma en sus mentes para arreglarlo, pues opté por intentar hacerlos verse. Realmente no pensé que lo lograría, sin embargo fue así. No me niegues que no sentiste algo.– Él se cruza de hombros y yo bajo la cabeza.

–Simplemente sentí la misma energía qué el primer día en el que lo vi, no tuvo que llamarme, yo misma me encontré buscándolo... Era como algo,– comencé a decir, pero él me interrumpió. –Algo psíquico.– Él afirma, yó asentí Algo avergonzada. –Es normal.–

–Tú no tenías ningún derecho a hacer eso, tú no puedes decidir por nosotros y menos jugar con hechos. Puedes joder las cosas más aún, Ernando.– Él se encoge de hombros y yo niego con mi cabeza ante su actitud tan incrédula.

–¿Sabes? Yo nunca he visto a dos seres tan enamorados hasta que los conocí a ustedes dos, se aman tanto, que se odian y se hieren para evitar que el otro vea como realmente son. Sin embargo, es lo que aún los sigue trayendo para tras. ¿No te das cuenta que puede pasar algo bueno si ambos ponen de su parte y cooperan?– Yo niego con mi cabeza y lo miro con enojo. –No, no gracias.– Él rueda sus ojos. –Su maldito orgullo me saca de mis casillas, ¿sabes?– Él dice irritado, esta vez yo soy quien se encoge de hombros. –Nadie lo manda.–

–No pueden negarse, créanme que yo hice eso hoy, pero el mismo destino y la vida; se encargarán de hacerlos encontrarse. Marca mis palabras.–

–Veremos.– Le cierro la puerta para sentir esa presencia que solamente solía sentir cuando él estaba cerca o sabía que me sucedía algo.

'Joder...'

-Anne Rosario

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