Prólogo

40 0 0
                                    




Estaba preocupado, mi hermano se había pasado ya casi dos meses en aquella habitación sombría de piedra dura, que había sido carcomida por el musgo, que había crecido por la culpa de la humedad, aquella habitación que empezaba a oler a carne podrida cuya esencia atraía a las moscas como abejas a la miel. Todo aquello por aquel sueño que tenia noche tras noche desde hacía ya once años. Llame a la puerta tres veces, espere un rato, y al no ver ninguna respuesta entre , estaba de espaldas,erguido y sentado en cuclillas.Su extremada delgadez delataba los días en los que había estado sin comer, apenas unos cuantos granos de arroz y solo por petición de madre que ya empezaba a enfermar preocupada por su hijo.

—Xanth, ya estoy harto de tus pataletas de niño pequeño debes de dejar de divagar en tus fantasías y vivir en la realidad con tu familia quien te quiere y está preocupada por ti.

Era como hablar al suelo con una pequeña diferencia el suelo al menos me daría un par de crujidos, lo único que movía era la muñeca haciendo pequeños trazos en el papel moviendo el lápiz de una esquina a otra, es lo único que hacía, retratar a la misma chica una y otra vez. Su cuarto era prueba de ello: empapelado con sus retratos algunos ya descoloridos por el paso de los años otros aún con la tinta fresca, al principio era una obsesión sana, creíamos que se trataba de algún amigo imaginario, a los siete años era normal incluso nos parecía tierno, pero aquella amistad imaginaria se tornó en una obsesión truculenta .

—Xanth—dije un poco más alto.

Sin respuesta.

Suspire me di la vuelta, cerré la puerta y sentí una presión en el pecho que me ahogaba, mi hermano no era el único que había desarrollado un sentimiento por aquella muchacha inexistente, yo también.

La odiaba.

La cordura del príncipe locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora