Capítulo Único

505 43 14
                                    

El llanto de un pequeño cachorro recién nacido fue la bendición que esperaban todos desde hacía algunos meses en los que la gran Alfa, pareja del líder, por fin había dado luz a un cachorro sano y fuerte, una hembra. Una hembra hermosa y sana, curiosa y juguetona. Una pequeña alfa.

Aquellos alfas, orgullosos de lo que había nacido le mostraron la pequeña loba a los dos hermanos machos mayores. Los cuales, con el mayor de todos no hubo tanto feeling, pero con el mediano inició una hermandad muy fuerte en la que la protegía de todo en todos los años que ella se lo permitió. Lo cual fue en su luna llena en la que la infante de once o doce años de edad estaba lista para aullar con algún macho (o hembra, aunque en este caso no era tan común) en la roca del aullido.

El mediano de ellos desinteresado en el tema de la apareacion cosa rara en los adolescentes, pues están en la edad de tener crías, como su hermano que ya las tenía con su pareja; bajó de la roca y se encaminó hasta el bosque para no encontrarse con nadie, estar solo y que nadie lo moleste, pero se cruzó con un lobo sentado mirando la roca, moviendo la cola animado y un brillo en sus ojos que parecía que era un lobo enamorado. Lo vio que agitó la cabeza con algo de brusquedad para quitarse las ideas de la misma y se giró para marcharse, pero lo miró y cuando sus ojos se cruzaron hubo un momento de silencio y el menor Omega se fue corriendo, pues técnicamente los omegas no podían acercarse a la roca del aullido, pues es un lugar solo para Alfas, a excepción de si tenían pareja, pero igualmente no podían ir dado a que no sabían aullar potentemente como un Alfa, por eso al verlo se asustó y huyó. Pero él fue tras el Omega, perdiéndolo en el camino. Gruñó y regresó a su cueva.

A la mañana siguiente no vio su hermana pequeña, le preguntó a su padre y este le dijo que se había ido con una amiga, y que su hermano estaba haciendo la guardia, que fuese con él y si no lo necesitaba que podía irse donde quisiera. Así lo hizo, al llegar con él saltó sobre él a modo de juego, pero eso solo provocó una mordida gruesa y a mala voluntad, seguidamente le gritó que los alfas adultos no jugaban, que debían ser el orgullo de la manada y que solo los estúpidos omegas eran los que jugaban.

Así que el mediano se fue corriendo de allí asustado por el carácter de su hermano, con las orejas abajo y una pequeña cojera por la mordida que poco después se recuperó y pudo encaminarse en busca del Omega de la última vez, que, mira tú qué casualidades de la vida o algo por el estilo; lo vio entre las hierbas acechando a un pequeño conejo. Movió sus orejas sorprendido y su vista se fijó en sus movimientos, de un momento a otro se lanzó a por el mamífero, quien no tuvo oportunidad de moverse por el susto, pues no había escuchado absolutamente nada, ni siquiera el sonido de sus pasos al acercarse.

Lo miró impactado, no sabía que los lobos Omega podían o sabían cazar, siempre pensó que ellos eran irresponsables, juguetones, relajados, simples, que nunca se preocupaban de nada, pero con eso le acababan de romper todo lo que siempre le habían dicho. Permaneció entre las ramas, viendo como tomaba el conejo y se iba hacía algún lado, lo siguió y descubrió una cueva estilo madriguera de zorros, pero más grande, bastante más grande, en la que había dos lobos más, y una de ellas era una Omega hembra, que tenía el vientre hinchado, por lo tanto debía ser la pareja del Omega y este le traía comida para que no se moviera, bajó las orejas y los miró enternecido entre las ramas. Pero tras la Omega aparece otro que acaricia con su hocico el lomo de la loba, por lo tanto intuye que el Omega que había seguido no era su pareja, sino un amigo, conocido, familiar o algo, y el otro que estaba escondido en la cueva a su lado, era la verdadera pareja. De alguna manera esto lo alivió, y ahora puede regresar tranquilo a su hogar sabiendo donde vivía ese Omega cazador y si estaba solo o no.

Luna llena

Como la última vez... las parejas se reunieron en la roca del aullido, y como siempre, a él no le interesaban las parejas, así que nuevamente se fue solo, bajo la mirada decepcionada de su padre, y mientras se mueve entre los árboles ve a los dos Omegas de la última vez, el cazador y la pareja de la hembra. Ambos mirando la roca, el que aparentemente se ve mayor de tamaño le dice que no deberían estar allí, y fue cuando descubrió que era una hembra en realidad, lo cual en cierta parte no le cuadró al tener la pareja embarazada.

133.- Wolves (Bunny) (Bendy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora