Alemania 1942

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Qué fecha espantosa, una noche completamente nublada, se escuchaban los fantasmas muertos en la guerra… solo se podía oler aquel aroma putrefacto que se alzaba desde los automóviles hundidos en la niebla pedregosa.

En una noche sin luna y sin estrellas, una misteriosa sombra se movía entre las calles y callejones más oscuros.

La misteriosa sombra toco puerta en la cantina del Serrano donde los borrachos salían disparados por las ventanas, de tanto alcohol ingerido con las velas se prendían fuego sus entrañas. La misteriosa figura entrego un sobre titulado como “Secreto” por la puerta de atrás y exigió que fuese directo al Sr. Sobroe.

Las luces del farol parpadeo.

-Hay baja tensión eléctrica… Más le vale la existencia, cantinero, que este sobre  llegue directo a manos de Sobroe o yo quedare enterado de su miseria… sin piedad alguna.

 El cantinero temblando, aterrorizado, solo asintió y la sombra desapareció entre las tinieblas, bajo la luz de las farolas titilantes.

En la noche, muy tarde, cuando todos los borrachos habían caído dormidos, y la cantina estaba cerrada el cantero se atrevió a darle el sobre a míster Sobroe.

-¡¿Quién rayos era?!-exclamo Sobroe- ¿Has abierto la puerta de atrás cuando los terroristas están incendiando asentamientos?

- Si señor, ese hombre estaba armado y no tuve otra alternativa más que la de hacer lo que él me pidió,  que fue entregarle este sobre y haogr…- se quedó completamente mudo.

-¿Qué ibas a decir?-  pregunto Sobroe, confundido, paranoico.

-Agregar que el sobre es secreto…-

-Pero si el sobre ya dice que es secreto…-

-A bueno no escuche con toda claridad- tosió, ahogado, temerario.

-Me alegro- dijo Sobroe, arrogante. Sabía que algo pasaba, pero su ego no le permitía aceptar que podría ser más fuerte que él.

 -Se escucha un portazo, rotundo, ruidoso, impactante. Venia de la puerta de atrás, la misma que dejo pasar el desgraciado mensaje.

-¡¿pero qué rayos está pasando?!-  Sobroe nunca admitiría el pánico dentro de sí. El orgullo de su mente lo aplastaba, se retorcía. Las gotas de sudor se deslizaban por su espalda, hasta ser absorbidas por su camisa. La frente le latía y sus venas se tensaron. Su cuerpo era terror, su corazón: débil.

-¿Que acaso no lo sabe?, usted está muerto.-

Luego el cantinero se abalanza sobre Sobroe con un puñal entre sus manos gritando:

¡Mi vida depende de esto y si no muere, nunca voy  a ser libre; muera y deme tu libertad!

Sobroe  lucha contra sí mismo y contra el puñal sobre su cuello. Ante la mínima posibilidad se hecha a correr como rata que escapa de la serpiente; la persecución fue larga, su corazón dejaba de latir durante secciones mínimas de tiempo, luego bombeaban cada vez con más fuerza y sentía las olas de sangre moverse por sus brazos, sus piernas, y desbordar por el pequeño corte sobre la línea de la clavícula. Escuchaba el piso de madera crujir por los inseguros pasos, sentía que los fuertes latidos de su corazón que delatarían su escondite, cuando advirtió que su perseguidor se mantenía a una distancia poco prudente, salto hacia la puerta trasera, pero algo había del otro lado, bajo la luz del farol que latía al mismo ritmo que su corazón.

Inocente CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora