Capítulo 1

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-POV Patricia-

Seis treinta de la mañana, en un departamento pequeño en la gran Buenos Aires.

Sonó la alarma de mi celular. Era el día de la reunión.

Juan Manuel y sus superiores habían estado preparando algo por semanas, meses incluso. Un plan, para poner tras las rejas al hombre más peligroso que existía. No teníamos mucha información, tenían que mantenerlo en secreto por las características del asunto. Si la información salía de las oficinas de la PDA, todo se iba a la mierda.

Varios en la agencia llevábamos un rato largo esperando por este día, y finalmente llegó.

Me levanté de la cama, más enérgica que de costumbre, me duché, me vestí y me preparé un café que iría tomando en el camino.

La emoción me podía, al igual que los nervios. Podía sentir que algo muy grande estaba por venir.

~•~

— A ver gente... Tenemos un problema. Ese problema, se llama el Carso. Llevamos meses tratando de localizarlo, porque según nos han querido decir, él es el nexo entre varios peces gordos del narco. Se reúnen en unas instalaciones que él tiene, y llevamos demasiado tiempo tratando de encontrarlas. Hace poco se dio un tiroteo en una plaza de Cali, Colombia, entre dos bandas. Una de ellas, lideradas por un conocido socio del Carso; el Mapache. La policía asistió rápidamente y se metió en la balacera. Atraparon a algunos hijos de puta de México, Colombia, y para nuestra suerte, Argentina. Nos contactaron y nos mandaron a Nicky, uno de los tiradores. El cagón habló sin chistar. Aparentemente, el Carso está en una islita de mierda ubicada cerca del Salvador, en Centroamérica. Nos dió coordenadas y todo. Y ahora tenemos un problema.

— ¿Cómo un problema?— Interrumpió Tomás, otro oficial—. Yo no veo ningún problema, les caemos con helicópteros, los hacemos mierda a todos y listo. Problema resuelto.

— No, boludo, ese es el problema. Necesitamos la información del Carso sí o sí. Ese es el único motivo por el que hemos estado interesados con él. Lo necesitamos vivo.

— Bue, entonces caemos, lo secuestramos y lo interrogamos— Dije yo.

— No Patricia, ese es el tema. Se va a escapar, la tiene muy fácil. Puede escaparse por cualquier lado y llegar a cualquier parte que quiera. Además, no tenemos el permiso legal para invadir la isla. El Salvador es el dueño oficial de la isla, y al presidente lo tienen con cadenitas cual perra en celo. No puede hacer nada, nunca nos va a dar el permiso. Llevar en helicópteros a un ejército entero no es una opción. Entonces... Temo que tendremos que recurrir al secretismo.

— ¿Cómo?— Pregunté.

— Vamos a infiltrar a alguien. Hace muy poco, "El Goloso", un narco alojado en Europa, se comunicó mediante radio con el Carso. Interceptamos la señal. Estaba encriptada, pero nuestros especialistas la descifraron a tiempo. La cosa es que tiene interés en hacer negocios. Para asegurarse de que el Carso fuera lo suficientemente bueno, iba a mandar a una mensajera suya, Paula Serena. Gracias a que mandaron la señal como el orto, nos enteramos de la ubicación del Goloso. Hablamos con las autoridades españolas, y lo hicieron mierda junto a la Paula esta. Hablé con ellos para que no lo hagan público, pues necesitamos que el Carso piense que Paula Serena va a ir hasta su central la semana que viene a revisar ciertos asuntos para su patrón. Entonces... Necesitamos una Paula. Las especificaciones eran que esta mensajera iba a pasar tres meses con el Carso, comunicándole todo lo que pasase a su jefe. Tras eso, él tomaría una decisión. Tuvimos suerte, sin duda, de que la situación así se diese, y es por eso que no la podemos malgastar. Necesito, necesitamos una voluntaria.

~•~

—¿Por qué yo no? Cumplo con todos los requisitos. Tenemos la misma estatura, color de piel y cabello e incluso puedo fingir mi acento.

— No es una opción que vos vayas, Patricia—Juan Manuel no me miraba, seguía revolviendo entre los papeles de su escritorio.

— ¿Por qué no soy opción? ¿Acaso me crees incompetente?—cerré la puerta de la oficina— Te aviso que entre todas las agentes soy la más capacitada. Tengo entrenamiento, sé pasar desapercibida, tengo habilidad para manipular y persuadir, sé mentir, actuar bajo presión, sé invo...

— No me interesan tus habilidades—me interrumpió— dejá de insistir porque este caso no va a ser tuyo. No vas a conseguir nada carcomiéndome la cabeza. No te voy a dejar ir y punto.

— Ahi esta el problema. No me dejas ir porque vos no queres. Vos sos el que quiere limitarme la carrera, no queres que crezca en esta agencia. Queres que viva siendo tu sombra.

— ¿Que decis, Patricia? ¡No te quiero limitar una mierda! ¡Es peligroso que te infiltres en una cueva de asesinos!

— Ah, ¿y no va a ser peligroso si va otra? Que yo sepa todas corremos el mismo riesgo al ir. No quiero que me tengas ni lástima ni me protejas, sé cuidarme por mi cuenta.

— Patricia...

— No. No sigas. Que en algún momento hayas tenido la opción de decidir conmigo no te da el derecho de hacerlo ahora. No somos nada y no podes decirme que hacer con mi vida. Voy a ir a esa misión de 3 meses, me voy a infiltrar en la central y voy a volver con el Carso esposado de rodillas. Te guste o no.

— Como quieras...

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