Capítulo 1

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Contempló la arena que está a mi alrededor, la gente revolotea y otra abuchea, asqueada, miró a todos los jóvenes presentes, cada cual, con una habilidad especial, y con habilidad me refiero a poder. En las gradas pude ver la cantidad de personas deseosas de ver a morir a gente, no sé el porqué.

Miré a mis contrincantes y sentí que todo me temblaba, tenía miedo y sabía que yo no entraría para la subasta y eso me aterraba, no quería morir y menos por ser un espectáculo para las personas que estaban sentadas mirándonos.

-¡Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo! -todos vitorearon, yo me encogí.

Mis amigos o contrincantes parecían del mismo modo que yo, pero tragué saliva e intenté tranquilizar mis nervios. Pero nada servía, vi que alguno me miraba con asco haciendo que estuviera apunto de llorar, pero no le iba a dar el gusto de verme destrozada, si lo hacía me matarían.

-Hoy nuestros jóvenes lucharan para ganarse un lugar en la venta que se realizara después de la batalla. Los diez ganadores serán vendidos y entregados a personas ricas con el único propósito de darles una vida llena de riquezas y lujos y a los ricos una grata compañía, ya me entendéis-alzó las cejas de arriba abajo y sentí que iba a vomitar ante las muecas que estaba haciendo.

Busqué en el público a mi padre y cuando sus ojos se posaron en los míos vi que me miró con odio haciendo que apartara rápidamente la cabeza. Sentí un gran nudo en la garganta y las lágrimas se acumularon en mis ojos, odiaba este sentimiento, el de tristeza, pero tenía que aprender a convivir con ello, por eso, alzando la cabeza con orgullo, miré a mis seres como si fueran unas hormigas y yo un exterminador.

-¡La fiesta comenzara, en tres, dos, uno... ¡Ya!

Dicho eso alzando la bandera, comenzó el juego. Todos emplearon su poder, mientras yo me encontraba quieta y miraba a todos lados en busca de una salida. Lo único que vi factible fue correr, corrí por toda la arena rezando para que no me dieran. Las personas me miraban con curiosidad, sin entender que estaba haciendo, pero me daba igual, lo único que estaba en mi mente era protegerme, así que me dediqué a eso a correr en círculos por la arena esquivando los poderes y escondiéndome en los escondites que encontraba.

-¡Vaya, al parecer una de las contrincantes sabe como esconderse! -cerré los ojos, sabiendo que lo había liado, asqueada, no me moví de mi escondite, quizás si no me encontraran, me libraría de eso, pero no fue así.

Uno de los muchachos, me pilló y sonriendo con malicia, se acercó a mí con aire superior, haciendo que me pusiera nerviosa, estaba muerta, era lo primero que se me estaba pasando por la cabeza.

-Hola pequeña-al decir eso me tembló todo el cuerpo, pero cuando iba a lanzar su ataqué, antes de que lo hiciera, veloz, le lancé una llama y vi que se quemó.

Aprovechando que estaba retorciéndose de dolor, cogiendo un poco de mi vestido blanco y corrí en busca de otro escondite. Cuando lo encontré, rápido, me metí en uno de los huecos y recé para que no me pillaran. Pude oír a la multitud quejarse de mi supuesto "plan" cuando en realidad, estaba intentando sobrevivir y ya está, así de fácil. Ya en mi hueco me coloqué la cabeza en las rodillas y solo me dediqué a llorar, odiaba que me hubiera tocado, bueno, mejor dicho, que me hubieran obligado a ir, como odiaba en esos momentos a mi padre.

Destrozada, solo esperé mi final, ya estaba preparada para que alguno viniera y me matara. Estaba con los ojos cerrados y con la cabeza apoyada en mis rodillas, cuando en mi cabeza, oí la voz que llevo escuchando desde mi niñez. Era una voz furiosa, siempre estaba cabreada, cuando era pequeña le apodé como: "ira" pensé que era un sentimiento y que mi mente le había dado una personalidad para no sentirme sola, pero cuando crecí él seguía allí, siempre me acompañaba y se quejaba de que era muy débil, aunque sabía que era verdad, el oírlo de la voz de una cosa que había creado mi mente dolía, demasiado, pero no podía hacer nada, así era mi mente y aunque lo intentaba mi cabeza ya estaba condenada a padecer la locura.

"Pero muévete, hazme caso, por una vez en tu vida, hazme caso"

Al oír eso, rodé los ojos y mosqueada mirando al techo le dije:

-Quieres callarte, como voy hacer caso a una voz imaginaria de mi cabeza.

"Del mismo modo que estás hablando con ella, imbécil, eres demasiado débil, me arrepiento de haberme metido a tu cuerpo" rodé los ojos, hasta la voz creada por mi mente odiaba estar conmigo, genial.

-Pues vete, vaya problema-dije demasiado alto y como no alguien me oyó, maldiciendo, rodé por el suelo e intenté quedar a espaldas de mi contrincante, pero lo único que conseguí fue meterme en un sitio donde cinco hombres y mujeres me rodeaba.

Yo no sabía que hacer, sabía que era mi final, ya lo tenía en mente, pero no quería irme sin luchar y menos sin demostrar de que no era tan débil que parecía, pero no sabía cómo, y eso me desesperada y más sabiendo que un movimiento en falso y adiós. Miré a todos lados, escruté el lugar con la esperanza de ver un lugar para salir corriendo y librarme de esta, pero nada, suspirando, les sonreí.

-Amigos...-dije con una sonrisa falsa y dando pasos hacia atrás.

Cada uno empezó a esbozar sonrisas escalofriantes que hicieron que abriera los ojos perpleja y tragara saliva ruidosamente, desperada, dije:

-Oye, Ira, di algo, estás callada-al ver que estaba hablando sola, eso hizo que se miraran y se distrajera, por eso, usando mi poder cree un circulo de fuego protegiéndome, así estaría a salvo.

La gente saltaba emocionada y eso me daba ganas de quemar todo el estadio, pero me lo pensé, los que me querían matar, se apartaron y dieron un paso atrás y es cuando la voz se apoderó de mi cabeza y me dijo:

"Hazme caso, ¿vale?" asentí ¿a quién? Ni yo lo sabía, pero no me quedaba otra.

Así que suspirando asentí.

"Vale, a la izquierda" lo hice y vi que esquivé una lanza.

"Salta" de nuevo le obedecí y de nuevo me salvé.

No me lo podía creer ¿era buena la voz que estaba en mi cabeza? ¿me está protegiendo? Estaba aturdida, sin saber que estaba pasado, desorientada, pero a la vez agradecida por la voz de mi cabeza.

"Lo estás haciendo bien, sigue haciéndome caso"

Al decir eso no lo dudé, cada cosa que me dijo, cada movimiento que me pidió que le hiciera así lo hice, le hice caso en todo y no se confundió una sola vez y eso me alegró, aunque no había matado a nadie, estaba sobreviviendo que eso al fin y al cabo era lo más importante.

Estaba celebrando mi victoria, cuando de repente, un haz de luz captó mi atención, girándome, me di de lleno con una gran bola de fuego que se aproximaba a mí, asustada, no supe que hacer, quise esquivarla pero mis pies no reaccionaron, de repente, poniendo las manos en mi cara, ya que la bola de fuego iba a impactar contra mi rostro, antes de que me diera cuenta, vi que se evaporizó haciendo que mirara extrañada a la bola, menos mal, que nadie se percató de lo que había pasado, pero en esos momentos me hallaba dudosa sin saber que había pasado.

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