Jodidamente drogados

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Mandé todo a la mierda, quería salir a distraerme un poco de toda esta basura de Géminis y que mejor que llamar al único e inigualable hijo de puta de Shane, supongo que no es mala idea, después de todo, ¿Qué puede salir mal?

Para mí sorpresa, antes de enviar el mensaje, una piedra impacto contra mí ventana, era el mismísimo hijo de puta al que iba a llamar.
Abrí la ventana que estaba al lado de mí cama, una piedra voladora paso casi rozando mí mejilla derecha para luego caer y deslizarse hasta perderse bajo mí cama.

—Idiota, casi me sacas un ojo.

—Ese “casi” salvo tu ojo, no exageres.

—Vete al infierno Shane.

—De dónde crees que vengo, preciosa.

—Cosas mucho más macabras pasan en el cielo que en el infierno, créeme, los angeles son unos jodidos dementes.

—Arrojáme las llaves, me estoy cagando del frío.

Le aventé las llaves a través de la ventana a Shane y este las atrapó con ágiles dedos.

—Te veo allí arriba.

Me quedé admirando la gélida noche, había cierta ventisca y la luna era enorme, se podría decir que hasta aterradora, pasados unos dos minutos la puerta se abrió, no di la vuelta porque estaba inmersa contemplando la noche.

—¿No es hermosa la luna?

—Si, gélida pero hermosa

—Así es, justo como tú.

—No me vengas con chorradas Shane…
—Y es por eso que debes cuidarte, ellos están cerca, acechando y, cuando te des cuenta, será muy tarde.

Note que está voz tenía un tono agudo.
—Pero que mier… —di la vuelta dispuesta a patear traseros pero no había nadie, se había esfumado.

En ese momento llego Shane y traté de olvidar lo sucedido.
Comenzamos a hablar casualmente.

—Interesante, espero no me mates, violarme si, pero si me matas no podrás hacerlo.

—¿Quién dijo que no se podía?

—Estas jodidamente mente enferma, pequeña Prime.

—Apuéstalo.

—¿Sabes? Creo que me caes tan mal, eres un poco soportable.

—Y tú sigues siendo un capullo.

—Retiro lo dicho.

(***)

Caminamos a través de la sala de estar hasta llegar a la salida, el frío nocturno me azotó de golpe.

—Siguéme, mí auto está en el estacionamiento de el vecindario.

—Claro, caminaremos juntos, como dos chicos con ganas de follar en una película de terror.

—Menudo capullo.

—Supongamos que yo no estoy bueno y que tu no me quieres follar— otra vez esa maldita sonrisa ladina surcando sus labios.

—Supongamos que no soy una jodida diosa y que no quieres meterte entre mis piernas— rebatí con orgullo.

Está calló y me dediqué a sonreír victoriosa, pasamos unos cinco minutos caminando en silencio, de pronto, este rompió la quietud que nos envolvía, tomo mí mano rápidamente, me halo girándome hacia el y dijo.

—Tú y yo si vamos a follar, duro y erótico hasta terminar destrozados— dijo a escasos centímetros de mí oído.

Sonreí con ironía—¿Tan destrozados como tú y el pelirrojo de la biblioteca?— di justo en el blanco.

Este se tenso levemente ante mí comentario y dijo:

—¿Todavía tienes envidia, puritana de mierda? No te preocupes ya te tocará lo tuyo—dijo y esta vez pude notar cierto tono erótico.

—Por cierto, ¿Quién mierda piensa en follar en una biblioteca?

—Si lo piensas bien tiene sentido, es decir, hoy en día nadie va a la biblioteca, lo tienen todo en sus celulares.
—Buen punto.

Cinco minutos después llegamos, mí auto era una camioneta negro mate, espaciosa y alta.

—Entremos.

No pude siquiera abrir la puerta porque sentí un piquetazo en mí nuca, luego somnolencia, caí al suelo, Shane cayó seguido de mí en un golpe seco, si amiguitos, me drogaron.

Sublime inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora