Jenan
¡RING!... ¡RING!... ¡RING!
—Estúpido despertador. —Estiro la mano y lo apago, no es que sea amargada solo digamos que mi humor es de perros por lo menos hasta las siete de la mañana, hora que entro al trabajo.
Me levanto de la cama y me arrastro al baño, es miércoles y mi jefe me necesita una hora antes... UNA HORA ANTES.
—¡Dios! —Me queda media hora para arreglarme si quiero llegar a tiempo.
Después de veinticinco minutos salgo de mi apartamento con destino al subterráneo, la multinacional del Señor Salvatore se encuentra a una cuadra del Empire State Building, es una de las más poderosas que hay en el país y muy demandada* en el mercado.
Media hora después me encuentro saliendo del subterráneo pensando por qué el jefe me necesita antes, estaba tan inmersa en mis pensamientos que cuando estoy cruzando la calle suena el claxon de un auto que me sobresalta y caigo.
El conductor del auto, que supongo es el chófer por el uniforme, se baja y camina hasta donde estoy, después de salir de la conmoción me levanto.
Es un hombre joven, alto, de contextura delgada pero fornido, de tez blanca, rubio y ojos azules.
—Se encuentra usted bien, ¿Señorita...?
—Gracie, si me encuentro bien gracias. —Le contesto sonriendo, mientras acepto su mano a modo de saludo.
—Smith un placer, si gusta ¿vamos al hospital con usted? —pregunta señalando el auto.
—No, tranquilo, no sucedió nada el auto no me tocó. —Miro mi reloj y veo que voy atrasada—. Disculpe, pero me tengo que ir en todo caso gracias. —Y sin más sigo mi camino.
Al llegar al edificio me dirijo a la oficina del administrador/ jefe/ dueño de la empresa y toco la puerta.
—Adelante Señorita Gracie.
—Buenos días Señor Salvatore.
—Buenos días.
—¿En que lo puedo ayudar?
—Llega tarde ¿Por qué?
—Sí Señor mi culpa, no volverá a pasar.
—No ha contestado mi pregunta.
—Eeeeh... si, cuando cruzaba la calle por descuido casi me atropellan.
—Dios santo ¿se encuentra usted bien?, la acompaño al hospital, vamos. —Me dice preocupado, mientras, se levanta de la silla del escritorio.
—sí, sí, sí, tranquilo me encuentro bien, el auto no me tocó en ningún momento.
—Qué bueno, me alegra que este bien, me ha asustado. —Vuelve a acomodarse en su silla—. Siéntese, la razón por la que la cité una hora antes de su horario habitual, es porque hoy viajo a Francia y tengo que informarle que a partir del viernes comenzarán las reuniones para los posibles socios y usted como en las anteriores ocasiones las dirigirá, esta es de las más importantes, porque le tengo una propuesta, ¿la quiere escuchar?
—Sí, dígame ¿en que se basa la propuesta? —Le interrogo un poco inquieta.
—Si llegamos a cerrar esta asociación con la empresa de mayor liquidez y rentabilidad usted tomará el cargo de administradora, ¿Qué le parece la propuesta?
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Si amar es destruir, destrúyeme
RomansaAmar es destruir y ser amado es ser destruido Jace El amor, ¿de que viene eso? ¿Para qué lo incluimos inútilmente en nuestras vidas? Y lo peor ¿Por qué se comporta como el típico profesor con síndrome...