Sentí como la adrenalina se extendía por todo mi cuerpo, el corazón me iba a mil, ¿quién era esa mujer y que quería de mí? Pronto me respondí a esa pregunta. Justin. Escondí a Jazzy detrás de mí para que no pudiese ver lo que ocurría siendo tan pequeña le podía causar algún trauma y eso jamás me lo perdonaría.
Respiraba entrecortadamente casi jadeando, estaba nerviosa, las piernas me temblaban, no hacía más que sudar. Mi mente no paraba de buscar una solución para todo esto. Estaba armada, no sabía si la pistola estaba cargada o no pero lo mejor era hacerle caso en lo que me pidiese.
— ¿Qué quieres? —tartamudeé.
— Tienes algo que me pertenece. —su intensa mirada me atravesó de lado a lado.
— Justin. —susurré.
— Exacto. —rio— te explico…
— Por lo menos deja a la niña. —no creía conveniente que Jazzy escuchase todo eso.
— Sabes que no puedo.
— Jazmyne cariño, tápate los oídos, ¿vale? —le pedí.
— No me gusta este juego, ¿hemos perdido?
— No, tápatelos. — le sonreí con un nudo en la garganta.
— Supongo que no lo sabrás. —empezó su relato una vez que la pequeña me había hecho caso— pero hace bastantes años atrás yo estaba con Justin, él aún no había saltado a la fama, estábamos bien por ese entonces. Pero se tuvo que mudar a Atlanta y llegaste tú. —me apuntó con la arma— tenía ganas de conocerte.
— ¿Qué culpa tengo yo de eso?
— ¿De qué?
— De que se olvidara de ti. —tragué saliva.
— Justin no se ha olvidado de mí, tú lo ciegas. — ¿en qué mundo vivía esa pava? — he visto que no estáis en vuestro mejor momento y que mejor que actuar ahora. He estado esperando mucho tiempo.
— Estás loca. —negué con la cabeza a punto de llorar.
— Quiero que lo dejes y te vayas bien lejos.
— No.
— No me tientes. —me amenazó con odio.
— No. —repetí.
— Por tú bien, llámalo y déjalo. —me amenazó con la pistola.
No tenía ni idea de lo que era capaz de hacer esa tía y tampoco quería probar suerte, no por mi bien, si no por el de Jazzy. Tal vez si la pequeña no estuviese delante las cosas hubiesen sido distintas. Justin es mi vida y sin él a mi lado después de todos estos meses y después de todo lo que hemos pasado nada tendría sentido. Tan sólo si Jazzy no pudiese ver ni oír, haría cualquier cosa por salvar este momento, por no tener que llamar a mi novio y con todo el dolor del mundo dejarlo y que él probablemente me empezaría a odiar. Tenía que pensar algo rápido, esto no podía acabar aquí. De la flaqueza tenía que sacar fuerzas y dejar a Justin.
Con las manos temblorosas saqué mi móvil del bolsillo izquierdo del pantalón. Lo desbloqueé y de memoria marqué el número de Justin. Aunque él no me pudiese oír no podía parar de disculparme en mi mente, supongo que me hacía sentirme diminutamente mejor. Por órdenes de la psicópata que tenía enfrente de mí puse el móvil en altavoz. Ahogué un enorme sollozo y respiré profundo mientras esperaba a que Justin cogiese el teléfono.