V

233 21 5
                                    

---Mi padre se caso casi a la vez que mi hermana. Pero no crea que fue una boda disparatada. Mi madrastra había sido su... bien aimee desde hacia quince años. Por lo tanto, ninguna otra podría conocer tan bien sus defectos y virtudes. Demostró una paciencia ejemplar soportandole durante quince años sin rechistar siempre en segundo plan. Es una buena persona. Son felices. Regañan mucho, porque para mi padre regañar es un placer. Ella le sigue la corriente. Traté de vivir junto a ellos, pero mi corazón se resentía con tantas emociones. A los diez minutos de la más horrenda disputa estaban abrazados en el sofá de la sala asando castaña ante la chimenea. No conseguí ponerme a tono. Un día que intenté tomar parte en la riña, se enfadaron de verdad. Pero conmigo los dos. Cogí el sudexpreso de París.
---No es lógico que un pobre bohemio llegue en el sudexpreso---bromeó ella--- . Suponía que llego andando con los zapatos rotos.
Él rió acariciándose la barbilla.
---Papá es el clásico catalán ricacho que convierte en oro todo cuando toca. Yo soy su hijito. Uno niño de casa rica. Pero no me mire con horror. Llevo dos años manteniéndome con mi trabajo, admitir un céntimo de papaíto. Claro que acabaré por sentar cabeza y volver a Corea del Sur a ponerme al frente de la fábrica. Cualquier día de éstos levantaré mi tienda... y regresaré. No es porque la bohemia me fatigue. Es porque mi padre empieza a sentirse viejo y me necesita. Es justo que le ayude. Será una vida poco romántica, pero práctica. Colgare de los muros de la fábrica mis cuadros de flores y mis acuarelas del Sena con Note-Dame al fondo. Y mis nietos dirán algún día: 《Estos cuadros los pintó el abuelito Jungkook, que fue un tarambana en su juventud.》 ¿Crees que soy un tarambana?
---Lo eres--- intervino Tae, tajante---. Si yo fuese hijo de un ricacho no perdería el tiempo embadurnando telas. Ordenaría que todas las mañana un criado entrase un par de millones con la bandeja del desayuno y me dedicaría a contar oro. Apilaría las monedas en montoncitos de a cien, las envolvería en papel de periódico y las guardaría en la cómoda. Eso es ser juicioso. Eso es ser un ricacho consciente y honesto.
Se levantó a servir café, que humeaba en el fogón de gas. Un café negro y fuerte, que bebieron casi ardiendo. En seguida, Tae volvió a hablar de monsieur la Vicomte y a preparar los enseres de trabajo con febril actividad.
---Bueno. El teléfono no ha sonado, pero la comida ha sido estupenda--- dijo Lisa poniéndose de pie---. No puedo expresar lo muy agradecida que estoy. Si los estómagos tuviesen voz propia...
--- Estarían presentando quejas continuamente por hacerles trabajar demasiado. Es preferible que sean mudos.
---Y también los corazones---dijo Tae mientras maniobraba con su máquina fotográfica---. Y por supuesto, no hablemos de los pies, tan castigados. Ni de los hígados.
---La acompañaré hasta su piso--- ofreció Jungkook---. Es un largo trayecto. Quince escalones.
---Gracias. Adiós, Taehyung. Estaba mucho más animada, si saber por qué. No había nada como un buen almuerzo entre amigos para olvidar las...
Se quedó inmóvil, con el pensamiento en suspenso, justo en el escalón diez. Desde allí acababa de ver al visitante que, vuelto de espaldas, llamaba al timbre de su piso. Hubiera reconocido aquella espalda entre todas las del mundo.
---¡Jimin! ---gritó.
Ni siquiera se dio cuenta de que Jungkook se retiraba discretamente tras un suave 《¡Hasta luego!》. Sólo vio que él recién llegado se volvía y la miraba. Un rostro tostado por el sol bajo el ala de un sombrero gris a tono con el abrigo. Un pañuelo de seda color castalobal cuello. Guantes color castaño...
《Terriblemente chic》, pensó inconscientemente.
《Terriblemente snoh》, pensó a la vez Jungkook al alejarse.
El visitante sonrió tendiendo los brazos.
---Chiquita...
Se dieron un fuerte abrazo. El primero desde hacía seis años.

•••

---Seis años--- dijo Jimin mirando todos los rincones del estudio---. Parece increíble.
Se pasó la mano por el pelo, según su gesto habitual.
Antiguamente solía ir despeinado. Ahora consciente de la brillantina y del fijador, la pasó suavemente, para no descomponer el perfecto alisado.
Estaban sentados en el diván, como tantas veces lo estuvieron, tratando de borrar con palabras alegres la terrible laguna de la ausencia. Jimin se había quitado el abrigo, apareciendo con un traje de tweed irreprochable. Los dos se sentían turbados, tratando de decir cosas sin sentido que aliviasen la angustiosa tensión.
---Estás más gordo...
---¿Más gordo...?--- se horrorizó.
---Bueno..., sólo un poquitito.
En realidad estaba mucho más grueso. Por lo menos, una docena de kilos más. Sien embargo, aún no podía ser considerado gordo.
---Tú estás idéntica. Idéntica.--- La miró de arriba abajo---. Es curioso. Parece como si el tiempo no hubiese transcurrido para ti.
Eso era lo que deseaba que él pensara. Para que lo dijese, había alquilado el estudio y se había puesto un jersey encarnado y una falda a cuadritos. ¿Sentiría aún el antiguo encanto?
Habló él:
---¿Cómo se te ha ocurrido venir aquí? Imaginé que habrías ido a un buen hotel... Este estudio... es infecto. Perdona que te lo diga. A menudo, durante todos estos años, pensé en los contentos que nos sentíamos en este horrible antro.¿ Cómo pudimos aguantarlo? Huele a verduras, ¿verdad?
《La choucroute》, pensó Lisa sin contestar. La choucroute tendría la culpa por haber perfumado la escalera.
---Y esa horrible escalera...--- siguió él, despiadado---. Y estas pared. Y esa perspectiva de tejado... Dime, chiquita: ¿es que no puedes permitirte el lujo de ir a un buen hotel? Creí que tu situación había mejorado. De todos modos, yo te invito. Vas a recoger tus cosas y...
---No..., te agradezco... Me... me siento feliz aquí.
En aquel momento se sentía más avergonzada que feliz por haber cometido un error de táctica tan...
¿Cómo podría haber adivinado que él hubiera cambiado? Seis años antes, el estudio parecía un paraíso.
--- Mi vida ha dado un cambio absoluto, ¿Sabes...?--- dijo él cogiendo su mano.
Tenía arrugas alrededor de los ojos. Una red de arrugas minúsculas. Con seguridad habría luchado mucho, en cambio, pensó ella. Si la escalera olía a verduras, él, en cambio, olía a éxito, a confort. Empezó a tiritar de puro nervio. Trataba de dominarse para que no lo notara. Era ridículo.
---Tenemos mucho que contarnos---continuó él---. Mucho. Sigues tan guapa como siempre.
---Antes decías que era una feúcha terriblemente atractiva.
---¿Decía eso...? Es que no sabía apreciar a las mujeres.
《Ahora sí sabe》 , pensó Lisa, con una punzada de celos. ¿Quién le habría enseñado?
---¿Cuantos años tienes, chiquita?
Era una pregunta cruel, que sólo se disculpaba por la confianza.
---Veintiocho. Voy a cumplir veintinueve.
Él rió.
---Casi treinta, ¿eh? Pensé que ya lo habrías cumplido. ¿A qué no sabes cuántos tengo yo?
Claro que lo sabía. Ni un solo cumpleaños de él le había pasado inadvertido.
---Cumplirás treinta y cinco el diez de marzo.
---La vida pasa sin sentir--- comentó con absoluta falta de originalidad. Luego la atrajo hacia sí---. Bien chiquita, lo pasado, pasado está. Aquí nos encontramos los dos juntos otra vez, como si nada hubiese ocurrido.
---Se levantó y paseó por la estancia, deteniéndose ante la chimenea, para gritar asombrado---: Fíjate, chiquita. Parece mentira. ¡Es el mismo jarrón! ¿No es este aquel horrible jarrón sin asa que pintaste en tantas ocasiones...?¡No puede ser el mismo!
---Es el mismo.
---¡Qué divertido! Siempre pasa igual. Las cosas feas nunca se rompen.--- Se volvió hacia ella sin pensar ya en el jarrón-- Bueno, preciosa. No puedo perder mi tiempo. Tengo mucho que hacer. Es preciso que charlemos seriamente, pero no aquí. Me agobia este ambiente. Vamos a cualquier lado.
Lisa se levantó.
--Hace sol. ¿ Quieres que no sentemos en aquellos escalones de la Madeleine...? Como antes. Sería divertido.
Jimin se echo a reír con aquella risa que tanto añorara.
---¿Los escalones de la Maideleine...? ¿Te has vuelto loca? Eso estaba bien para aquellos dos bohemios lleno de juventud que no temían al reuma. Tengo el coche abajo. Daremos unas vueltas. Ponte el abrigo.
Se lo puso, sin saber lo que hacía. Un abrigo deportivo de paño beige.
---¿No llevas sombrero? Aquí todo el mundo lleva sombrero. Bueno..., déjalo. Lo mismo da.
Abandonaron el estudio. En la escalera se olía al rumor de música de baile. Quizás Jungkook habría conectado la radio. Quizás estaría pintando un cuadro de flores y pensando en su absurda inquilina de tres días.
《La admiro. Me gusta la gente que sabe lo que quiere y lucha por conseguirlo.》
El coche de Jimin era parecido a él. Gris como su abrigo. Grande. Poderoso. Y olía también a éxito. Se instaló ante el volante, con Lisa a lado.
---Iremos hacia los campos Elíseos, ¿Quieres? Y ahora, cuéntame, chiquita. ¿Qué has hecho durante estos seis años...?
《Pensar en ti》, estuvo a punto de contestar. Pero sólo dijo:
---Trabajar . Tengo un pequeño negocio en Corea. Creo que te hable de el en mis últimas cartas.
Si había un mudo reproche en la frase 《últimas cartas》, él pareció no advertirlo. Sin otro comentario empezó a hablar de sí mismo.

Hasta aquí mis lector@s lindos..., ya terminaron mis vacaciones y se me hará mucho mas complicado actualizar todas mis historia y esta adaptación de igual manera lo haré, espero que dejen su votitos y que ya esten comprendiendo la decepción que esta teniendo Lisa y no olviden que allí se puede escuchar todo...
Estaré arreglando se hay errores ortográficos.
¿Que les parece la actitud de Jimin?
Y si quieren pueden seguirme ♡
Elibel 🌻

Hay otros hombres/Adaptación/•Liskook•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora