Cuatro meses después…—De acuerdo, entonces supongo que puedo ordenar que ese material esté llegando aquí para pasado mañana.—anunció Christopher sosteniendo con firmeza el celular contra su oído. Llevó sus ojos hasta Miranda que permanecía con la mitad del cuerpo encima del escritorio jugueteando con un bolígrafo distraídamente sin prestarle atención alguna.—Claro que si.—hizo una pausa.—De acuerdo, por favor manténgame informado sobre cualquier cosa que pase…claro, que pase una excelente tarde…—La llamada finalizó, dejó el celular sobre el escritorio y ancló sus ojos marrones en el rostro distraído de su cuñada. Dejó escapar un pequeño suspiro y apoyó su espalda en el respaldo de la silla.—¿Y bien…?—murmuró tratando de llamar su atención.—¿Miranda…?—la llamó de nueva cuenta.
Los ojos verdes de la muchacha lo miraron un momento y le ofreció una pequeña sonrisa a modo de disculpa.—¿Qué me decías…?
—¿Se puede saber qué te pasa?—cuestionó sin dejar de mirarla.—Miri…de los cuatro meses que hemos estado en Canadá las últimas dos semanas te la has pasado completamente distraída…como si de repente te hubieses olvidado la razón por la cual estás aquí…y la verdad es que me gustaría saber qué es lo que pasa contigo…
—Chris…—comenzó en voz baja.
—No estoy retándote ni nada parecido, simplemente quiero saber qué es lo que te pasa…—murmuró. La ojiverde se quedó en silencio un segundo, apartó la mirada avergonzada y negó lentamente. —¿Lo echas de menos, no?
—¿A mi papá?—preguntó a modo de respuesta. Christopher rio en voz baja y negó.
—Sabes bien a quien me refiero…—ella suspiró.—A Zabdiel. Lo echas de menos… ¿verdad?
—No.—respondió de inmediato. Christopher enarco una ceja y ella bufó con fastidio.—Bien, sí. Lo echo de menos. Demasiado en verdad, no tienes ni idea de cuánto…
—¿Y por qué no lo llamas entonces?—Miranda suspiró.
—Porque si lo llamo corro el riesgo de ponerme a llorar como una Magdalena y créeme que lo menos que quiero en este momento es llorar.—Christopher negó divertido.—Además…Zabdiel debe de estar ocupado con la diferencia de horario.
—Miranda…no hay diferencia de horario entre Miami y Ottawa…—le recordó.
—Como sea.—replicó de inmediato.
—Bien…pues entonces supongo que en este momento puedes salir de mi oficina e ir a hacer lo que tengas que hacer porque voy a llamar a Zabdiel…necesito corroborar un par de cosas con él y…creo que no te necesito aquí en absoluto…—los ojos verdes de la muchacha se abrieron con sorpresa y él le ofreció una amplia sonrisa.—Por favor…si eres tan amable…
—¡No puedes hacer esto, Christopher!—se quejó de inmediato y él se echó a reír.—Digo, no es que me importe o algo parecido pero creo que el hecho de que me quede aquí sentada mientras llamas a Zabdiel no te afecta realmente en nada…
Él soltó una carcajada y negó divertido.—¿Por qué si te interesa tanto Zabdiel no quieres llamarlo? No tiene nada de malo que lo hagas, de todas maneras sabes que él te va a responder y que se va a poner muy feliz de que le llames…seguramente también te extraña mucho…
—¿Hablaste con él?—se apresuró a responder.
—Sí, lo hice.—respondió y ella suspiró.—Miri… ¿no crees que tal vez si dices lo que sientes entonces puedas estar con Zabdiel…?
—¿Y qué pasa con el proyecto?—murmuró.—De todas maneras no me puedo ir de aquí porque estoy en esto…
—¿Sabes que tu padre te ama con locura, verdad?—le preguntó.—Que si le dices que quieres volver a casa entonces él aceptará…?—agregó en voz baja.—Por dios, además eres mayor de edad…se supone que cuando uno es mayor de edad es libre de tomar sus propias decisiones…
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¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.
Fiksi PenggemarDicen que del odio al amor sólo hay un paso. ¿Pero...que hay realmente del amor al odio? ---------- (Historia Dannerick)