Capítulo 5.

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La luz se cuela por las rendijas de la persiana y me maldigo a mi misma por no haberla cerrado bien anoche. Cagandome en todo lo cagable, me levanto de la cama y a la vez que subo la persiana, también abro la ventana. Andando lenta y pesadamente como si fuera un zombie, me desperezo y me acerco a la mesita de noche donde tengo el móvil. Reviso los mensajes y me doy cuenta que, excepto uno de Lucía, todos son de grupos con amigos y son completamente inútiles. Abro el chat que me interesa y leo lo que me ha escrito mi mejor amiga.

“Tendrías que haber visto al tio que me hice anoche. No era digno ni de un catálogo de Abercrombie. Un autentico bombonazo rubio. Cuando puedas llamame y cuéntame cuando te fuiste anoche, porque desaparecistes de repente. XOXOXOXOXOXOOX.”

Me rio yo sola por las estupideces de Lucía, mientras me dirijo al baño. Me pego una buena ducha para despertarme, aunque al salir sigo teniendo el mismo sueño que antes de entrar. Enchufo el secador y dejo que el pelo desprenda toda la humedad para volver a estar tan liso y largo como siempre. Me pongo la ropa interior, unos shorts de malla negra que son exageradamente cortos y una camiseta negra muy ancha en la que hay la cabeza de Darth Vader. Cojo el teléfono y llamo a mi amiga. Mientras espero a que suenen los tonos, recojo la ropa sucia y la meto en la lavadora.

La conversación con Lucía se resume en que el tio con el que se acostó era guapísimo, que le va a volver a ver el fin de semana que viene, y que le ha sorprendido que la haya llamado a las 9 de la mañana, de un domingo. La verdad es que a mi también me sorprende. Si fuera por mi, dormiría 2 o 3 horas mas. Me tumbo en el sofá, y voy revisando mi Twitter, cuando mis ojos se van cerrado, para caer rendida de nuevo.

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“Ding Dong Ding Dong Ding Dong” Resuena en mi cabeza como si de una bomba de relojeria se tratase. Por lo visto me he quedado dormida de nuevo en el sofá. Sea quien sea el pesado del timbre se las va a cargar.

—¡Vete a tomar por culo! —grito lo suficientemente fuerte como para que se oiga desde el rellano fuera de mi piso.

—Nora, abre. —me dice una voz que no consigo reconocer a causa de mi estado de somnoliencia extremo. Me levanto decidida y muy dispuesta a partirle la cara al gilipollas que me ha despertado. Me ato mi moreno pelo en un moño alto bastante desecho y abro la puerta con mala leche. —¿¡Qué coño quieres!? —le grito al responsable de mi enfado.

—Solo he venido a traerte el coche. El portero de abajo me ha dejado entrar. —me dice mi asaltante con una voz ronca mañanera bastante sensual. Hasta que no alzo la cabeza para mirarle a los ojos no reacciono y veo que es él. Rubén esta en mi puerta, y yo con pintas de loca. De puta madre Nora.

—Oh dios lo siento, es que estaba dormida y…Bueno, no tengo buen despertar. —le digo mientras me tiro un poco del bajo de la camiseta, para que cubra mis piernas ya que a pesar de llevar pantalones, estos son tan cortos que parece que vaya en ropa interior.

—Eso ya lo veo Nora. —me responde él. Mi nombre suena tan bien en sus labios que dejaría que me lo gastara si quisiera. Espera, debería dejar de pensar en gilipolleces y concentrarme en la conversación. —Solo quería decirte que siento lo de ayer. —cuando recibe una mirada interrogante por mi parte, sigue hablando. —Normalmente no soy tan capullo ni tan lanzado, iba bastante bebido, no lo suficiente como para no acordarme o para no saber conducir bien pero si como para estar más “divertido” de lo normal. Lo lamento. —prosiguió Rubén con la mano acariciándose el cuello y la mirada a mis pies. Este chico tímido no se parece nada al que conocí ayer, aunque me gusta, y tiene un toque de rebeldía en la mirada que le caracteriza.

—¡No te preocupes por nada! —le digo sonriente yo. —A pesar de haberme despertado, me caes bien, anoche lo pasé bien un rato gracias a ti. —le explico alegremente. Claro que me lo pasé bien. Es mi ídolo, mi gran tesoro, es como mi Dios. Conocerle fue increíble.

—Oye Nora, que te parece si bajas y te enseño donde he dejado el coche, es bastante difícil aparcar en esta zona tan céntrica.

—Claro, me tengo que cambiar, un minuto. —le respondo, mientras me quito la goma del pelo dejando que caiga sobre mi espalda hasta casi mi cadera.

—Si te parece bien, te enseño donde esta tu Audi y luego vamos a desayunar algo. Así te compenso por lo de ayer y por haberte despertado. —propone él, inundándome con su verde mirada, en la que me pierdo varios segundos.

—Claro, claro, me parece genial. Pasa y me esperas a que me arregle, ¿de acuerdo? No tardo casi nada. —digo mientras me aparto de la puerta para que el entre. Le señalo el sofá y me dirijo hacia mi habitación, mientras doy las gracias a Dios por haber conseguido que el mismísimo Rubén Doblas este ahora sentado en mi sofá.

Me pongo unos jeans largos y negros muy ajustados, una blusa roja de tirantes y unas Vans rojas a juego. Me pongo los pendientes, los anillos, y un par de capas de rímel y salgo al salón.

—¿Nos vamos? —le pregunto mientras cojo el mismo bolso negro que llevé anoche, donde sigue todo. Está sentado, tecleando rápidamente sobre su teléfono.

—Te he dejado las llaves del coche en la mesa, y sí, nos vamos. —responde sonriente Rubén, guardando su teléfono en el bolsillo y pasándose la mano por el pelo. Mierda, hasta pasándose la mano por el pelo es exageradamente atractivo. Te estas volviendo una autentica fangirl Nora, das asco.

Tu tan de Ron y yo tan de Vodka. [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora