Cuando llegó a casa, sus padres le preguntaron cómo había sido su día, a lo que Jeff respondió con una voz un tanto desanimada:
"Fue un día maravilloso."
A la mañana siguiente, oyó que llamaban a su puerta. Caminó hacia abajo para encontrar a dos policías en la puerta y a su madre mirándolo con expresión de enojo.
"Jeff, estos oficiales me dicen que atacaste a tres niños, que no fue una pelea normal, los heriste con un cuchillo."
La mirada de Jeff se sepultó en el suelo.
"Mamá, fueron ellos los que nos atacaron a Liu y a mí".
"Hijo", se pronunció uno de los policías, "encontramos a tres chicos, dos apuñalados y uno tiene un moretón en el estómago, tenemos varios testigos de que los vieron huyendo de la escena. Ahora, ¿qué tienes que decir ante esto?".
Jeff sabía que era inútil. Él podía decir que su hermano y él habían sido atacados por ellos, pero no había pruebas de tal hecho. No podría decir que no estaban huyendo, porque a decir verdad sí lo hacían. Así que Jeff no podía defender ni a Liu ni excusarse a sí mismo.
"Hijo, llama a tu hermano."
Jeff no podía hacerlo, ya que fue él quien golpeó a todos los niños.