Capítulo 26

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Ligia sentía la brisa marina mientras veía cómo el rostro de Ubbe se alejaba de ella, el sonido de los remos chocando con el agua la devolvió a la realidad, caminó por el barco junto a las princesas, triste por su marcha, pero alegre de regresar por fin a su reino, parecía que habían pasado siglos desde su partida, pero no estaba preocupada, lo había dejado en buenas manos.

Poco duró la espera, pues tras menos de medio día, el puerto de su reino se empezaba a divisar a lo lejos y una suave melodía llegaba a sus oídos.

-¿Qué es eso? ¿Qué suena? – Dafne fue la primera en preguntar, pero Nereida la miraba con la misma intriga.

-¿Alguna vez vuestra madre os habló de mi reino? – Ambas asintieron. - ¿Y de cómo lo protegemos?

-Sois grandes guerreras.

-Sí... - Ligia sonrió ante la respuesta de Nereida. – Pero es otro tipo de protección...

-Parténope nos contó algo de un hechizo...

-Algo así, sí... - Ligia se sentó junto a las princesas. – Sabéis que todas las sirenas nacen con poderes... Algunas, como nosotras, los conservan, otras los ceden, pero hay un poder que no se puede ceder, un don con el cual algunas sirenas nacen, se las conoce como harmonious.

-Pero mamá decía que las harmonious eran malas... Hundían barcos...

-Antes... Sí, hace ya muchos años, pero cambiaron, ahora nos ayudan a mantener nuestro reino seguro.

-¿Hechizan a los viajeros?

-Así es, esa melodía que escucháis, son ellas, si algún humano las escucha, queda hechizado, les hace pensar que si revelan dónde se encuentra el reino, jamás recordarán cómo volver a él.

-¿Y es así? ¿No lo recuerdan?

-No, pero no es por el hechizo, sino ellos mismos, es una magia complicada de entender... Pero con el tiempo podréis comprender cómo funciona.

El sonido de la caracola avisando de su llegada atrajo a gran cantidad de gente al puerto, la mayoría sirenas y algún que otro comerciante, pues no era común que llegasen barcos, los viajeros solían llegar por los caminos. No tardaron en gritar de efusividad al reconocer aquel barco que se acercaba, saliendo algunas para dar el aviso de la llegada de su reina. La gente se agolpaba frente al puerto, deseando ver a su reina, que tras muchos meses al fin volvía, también esperaban la llegada de las princesas, pues las noticias no se habían hecho esperar y se habían esparcido como el viento entre todos los habitantes del reino. Ligia fue la primera en bajar, seguida por las princesas y Atargatis, mientras que Ondina organizaba a las demás guerreras Ligia comenzó a saludar a las allí presentes, reconocía algunas caras, las mismas que habían luchado a su lado contra los sajones, pero una joven de largos cabellos castaños trenzados, de cuerpo alto y ligeramente delgado, con marcados músculos llamó su atención.

-Me alegra volver a verte, pero me apena que sea en esta situación. – Ligia posó su mano en el hombro de la joven. – Pero debes saber que tu madre murió defendiendo sus ideales y eso la honra. Era una brava guerrera, al igual que tú Idía.

-Agradezco sus palabras mi reina.

-Si necesitaras algo, no dudes en pedírmelo.

-Así lo haré, gracias mi reina.

La multitud se empezó a dividir, dando paso a una mujer de rostro anciano, en contraste con su cuerpo, aún fuerte y resistente, aunque dañado por las muchas batallas sufridas y años pasados. Ligia corrió a abrazar a aquella mujer, aquella que era casi de la familia, a la que ella consideraba como su tía.

The soul of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora