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Nunca terminé de entender tus razones.

Sin embargo, nunca te juzgué, ni planeo hacerlo ahora mismo.

Yo te prometí muchas cosas, algunas que no pude cumplir. Se me acabó el tiempo a tu lado y de lo único que me arrepiento es de no haberte dicho  una vez lo valioso que eras.

Quizás las cosas no habrían cambiado nada, yo seguiría aquí recostado pensando en tí, y tu estarías allá, observando en silencio o, pensando de una manera menos egoísta, tu estarías allá, jugando entre las flores.

Nada de lo que dijera te habría hecho cambiar de parecer, eso es algo que voy a admirarte siempre, tus fuertes convicciones. Es precisamente una de ellas la que nos trajo a esta situación, dónde ya no somos dos aquí acostados, dónde ya no escucho tu voz cansada narrando todo lo que ocurrió en el día.

Me gustaba verte correr por aquí levantando a tu paso esos bichitos luminiscentes que tanto te gustaban mientras observábamos los meteoritos. Parecías fuego corriendo entre velas, encendiendo con tu presencia cada una de ellas a su paso.

Y ellas bailaban para tí, jugando entre tus dedos, revolviendo tu cabello. Sonreías y jugabas con tus pequeñas luces brillantes, las cuales nunca llegaron a igualarte, porque tu siempre fuiste más brillante que todas ellas.

Sentía envidia de esas cosas porque podían hacerte reír, podían colarse entre tus manos, revolotear en tus mejillas, podían verte de cerca sin mesura ni vergüenza y yo quería ser una luciérnaga para bailar contigo.

Nunca supe exactamente cuando fue que mi estrella favorita del cielo dejó de salir por las noches a jugar con las luciérnagas. Simplemente dejaste de aparecer, cada vez con más frecuencia y era angustiante para mí ver las luces de tu cuarto apagadas, por días enteros.

Pero cuando salías de nuevo a ver a tus amiguitas brillantes y me llamabas desde la ventana, algo en mi interior se sentía mejor.. Jamás en paz, pero si más tranquilo.

Al menos de los dos, espero que tú si estés en paz, lo deseo con todo mi ser.

Podría disculparme por todo lo que no hice, por todo lo que hice mal, podría incluso llorar, pero llorar no sirve de nada cuando el vidrio ya está roto en el suelo. No lo reparará, no te traerá de vuelta. La culpa se manifiesta de esa forma cuando alguien a quien amamos pero hicimos daño se ha ido y yo, mi pequeña luciérnaga, te amé sin duda alguna, pero jamás te hice daño. De lo único que me arrepiento es de no habértelo dicho una vez más..

Siempre me pregunté por que una luciérnaga, pudiendo ser una estrella, pero tus palabras de esa última noche a tu lado aquí recostados me dejan todo tan claro ahora que me siento estúpido de no entenderlo antes.

" Cuando yo no esté y te sientas solo, ven al campo a buscarme. Podré girar contigo y sonreirás de nuevo, podremos jugar toda la noche bajo el brillo de las luciérnagas. Cuándo yo no esté y te sientas solo, las luciérnagas te traerán a mí. "

Y ahora, con un bichito entre mis dedos caminando curioso y su peculiar luz iluminando mi cara, puedo entenderlo todo.

Vendré a verte todos los días, a contarte cómo ha ido el mundo, a aburrirte con mis historias sosas del día y verte brillar entre las flores, opacando a todas las estrellas del cielo.

Te amo, Rubén y realmente te extraño.

Gracias por cada sonrisa, por cada momento a tu lado, por cada mirada curiosa y todos los momentos donde encendías el campo con tu presencia.

Brilla por siempre, mi pequeña luciérnaga.

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La autora del dibujo la puedes buscar en Twitter como: Milky_Rry

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