Capítulo 25. Superando

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Narrado por Nicolás.

Estoy parado frente a la ventana y sigo estando muerto de miedo. Daniela está afuera, sé que es ella, esa persona es igual a ella. Estoy nervioso, de repente me hace falta aire y hace mucho calor. Tengo miedo de Daniela y de sus intenciones. ¿Qué quiere? ¿Para qué vino? ¿Por qué no puede dejar a Edgar tranquilo de una vez por todas?

Edgar se pone de pie, camina hacia mí y se asoma rápidamente por la ventana, me mira, nos miramos, él está más pálido de lo normal.

—Es ella… — Dice con dificultad.
— ¿Qué hacemos? — Pregunto con miedo, él piensa en una respuesta. — ¿Quieres que salga a decirle que se vaya? — Me ofrezco.
— No. Lo haré yo. — Contesta decidido. Inmediatamente me parece una malísima idea.
— ¡No! ¡No sabes qué quiere! — Intento convencerlo.
— Sólo quiere hablar conmigo, no me va a matar. — No importa que tan seguro suene, sigue sin convencerme. Verla lo va a hacer recordar y al recordar muy probablemente sienta algo por ella otra vez, no quiero eso, no voy a permitir que pase.
— Tengo miedo de lo que te pueda decir… — Digo y tomo su brazo, lo aprieto un poco, no quiero que de ningún paso más.
— Yo no tengo miedo, ¿Qué puede ser peor de lo que ya me dijo? — No tienes ni idea Edgar, ella apenas te contó la mitad de las cosas. — No voy a regresar con ella porque te tengo a ti, entiéndelo. — Agrega y me mira fijamente a los ojos, sé que no miente pero también sé lo mucho que amó a Daniela y no me quiero arriesgar a que cambie de parecer. Ya no sé qué decirle, se le mira muy convencido, lo conozco y sé que no importa cuántas cosas le diga él irá a hablar con ella.

—Déjame ir contigo. — Fue lo único que pude pedir.
— Vamos. — Empieza a caminar y yo no puedo soltar su brazo, estoy nervioso.

Bajamos las escaleras, todo está muy oscuro, Edgar está a punto de abrir la puerta de la casa pero lo detengo apretando su brazo. Él me mira esperando que diga algo pero no sale ninguna palabra de mi boca. Sólo me acerco a él, lo abrazo por el cuello, busco sus labios en la oscuridad y los pruebo, él me corresponde y sonríe. Siento que es la última vez que haré esto.

—No seas tan exagerado. — Dice con una sonrisita.

Vuelve a besarme y quiero que este beso sea eterno, intento demostrarle lo mucho que lo amo con sólo un beso, él me abraza, deja de besarme pero no se separa de mí, siento su cálida respiración en mi rostro, me da un beso en la frente, acaricia mi cabello y vuelve a sonreír.

—Te quiero. — Le digo en un susurro.
— Te quiero. — Repite lo que le digo.

Se aleja de mí y no me gusta que lo haga. Abre la puerta de la casa, esto tampoco me gusta. Daniela está ahí, parada a unos cuantos metros de nosotros. Ella mira a Edgar y su cara cambia completamente, puedo adivinar que ella no se esperaba que él saliera.

Edgar camina hacia ella, yo simplemente no puedo, me quedo congelado en el marco de la puerta. A Daniela le cuesta mucho mirarlo a los ojos, agacha la mirada, la presencia de Edgar la domina, no sé qué opinar al respecto.

— ¿Qué haces aquí? — Le pregunta serio, sus palabras suenan con odio, jamás había escuchado ese tono de voz en Edgar.
— Y-yo… — Tartamudea, está muy nerviosa. — Necesitamos hablar. — Le tiemblan las piernas.
— Yo no tengo nada de qué hablar contigo, pero te escucho. — Amo su respuesta.

Daniela voltea a verme y yo me miro tan indefenso, siendo testigo de todo en el marco de la puerta, me mira con odio, no le agrado para nada. Nada de esto me da buena espina pero ya es muy tarde para cambiar algo.

—Te mentí. — Dice y ruego para que no le cuente lo que realmente pasó, eso va a destruir a Edgar. — Sí te fui infiel, pero las cosas no fueron como te conté… — Edgar no le contesta, se queda helado frente a ella, así que ella continua hablando. — Cuando te dije que llevaba medio año saliendo con alguien más, te mentí, llevaba todo un año entero. Yo… yo no pensaba decirte nada, pero Mariana me descubrió, ella sabía todo y me amenazó. Me dijo que si no te lo decía pronto, ella lo haría. Y no sé en qué estaba pensando. — Tomó aire. Edgar sólo escuchaba. Yo sentía como se rompía por dentro, me dolía, quería callar a Daniela, lo estaba lastimando, mucho. Y yo no podía hacer nada. — Estaba tan asustada, porque no quería que ella te lo dijera y decidí decírtelo en nuestro aniversario, no podía esperar ningún día más, pero te dije la verdad a medias, porque no quería lastimarte tanto, no quería que supieras que te estuve mintiendo durante todo un año… — Los ojos de ella se vuelven cristalinos. ¡No! ¡Edgar va a morir si la ve llorar! — ¡Ni siquiera quería que supieras que te estuve mintiendo! Sólo era una etapa, tú sabes que fuiste mi único novio. ¡Tienes mi virginidad! ¡Te amo Edgar! ¡Te amo como a nadie en la vida!, quiero casarme contigo, quiero crear una familia contigo, ¡Quiero hacer realidad todos nuestros planes!, jamás deje de amarte, lo que hice fue una estupidez, simplemente quería saber qué se sentía estar con alguien más, pero a la vez no quería dejarte. — Se echa a llorar. Maldita sea. Maldita reina del drama. Maldita Daniela. — Iba a dejarlo todo cuando tú me pidieras matrimonio. — Corre hacia él y lo abraza, lo abraza con fuerza y sigue llorando pero ahora en su pecho. — ¡Te amo! ¡Te amo! ¡No me dejes! — Llora todavía más.

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