Puzzles

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Sonríe. Todo es fácil. O al menos lo de momento lo es, porque es verdad que esa manera suya de revolverse el pelo está empezando a hacer que sonría como un tonto y que haya empezado a memorizar las pecas desperdigadas con gracia por su nariz. 

No es la primera vez que Valeria y él se acuestan. Tampoco han sido muchas veces, no siempre es fácil encontrar un momento en que sus horarios cuadren y puedan saciar sus instintos más primarios sin miedo a ser descubiertos por criaturas que no pasan del metro y poco de altura. 

Sin embargo, la vez que Noelia se enfadó con él al descubrir que había algo entre ellos, simplemente había rozado su boca despidiéndose en un cruce entre la casa de ambos hacía unos días.

- ¿Te estás acostando con ella?-preguntó Noelia directa como lo era cuando no estaba siendo su día o tenía aún las armas levantadas hacia él.

Ni siquiera le miró al lanzar la pregunta mientras ambos observaban cómo Alba se despedía de Valeria, la nueva fisioterapeuta, que había llegado a la asociación dos semanas antes de que Mateo se cogiera la baja por paternidad. 

-No, Noelia-contestó molesto pero si algo sabe es que su ex mujer no es tonta, y que conoce aún a la perfección cada gesto de Luis, y el que estaba haciendo ese momento mientras Valeria les saludaba en la distancia con una sonrisa, quizá más amplia que la que suele regalar a los padres de sus pequeños usuarios, denotaba sobre todo nerviosismo. 

Habían ido a su cita mensual con la psicóloga de Alba mientras la pequeña estaba en su sesión de fisioterapia. La psicóloga no tardó ni dos segundos en darse cuenta de que entre los padres de Alba reinaba la tensión desde hacía unos meses y les instó a resolver sus diferencias para evitar que estas influyeran en los avances de Alba.

Ambos salieron de mal humor, pero siendo conscientes de que la culpa, principalmente, era de ellos dos y su manía de buscar constantemente la piel descubierta para atacar. Quizá deberían sentarse y hablar. 

Los dos pensaron eso hasta que Noelia, con su instinto femenino, supo con un par de miradas que Luis tenía algo con la fisioterapeuta de su hija. Eso solo hizo que su cabreo hacia él aumentara mientras le explicaba lo inconveniente que era que metiera entre sus sábanas a alguien que trabajaba tan de cerca con Alba.

Obviamente, Luis ignoró todas las pullas de Noelia y siguió quedando con Valeria. Empezaron por tomar café un par de veces por semana a acostarse un par de veces por semana, cuando Alba y el hijo de Valeria estaban ocupados en sus propios quehaceres.

No solían hablar de los niños. Era como una norma no escrita entre ellos. 

Después de todo lo que pasó con Aitana, Luis sabe que lo primero es alejar a Alba de todo lo que pueda hacerle daño y que su fisioterapueta y él se hacen sudar entre las sábanas es una información que no necesita conocer ni de lejos. 

Valeria apenas habla de su hijo. Sabe que tiene 6 años y que es madre soltera. Gracias a sus padres todo es más fácil. Y ya. No sabe más y mientras los términos de su relación se limiten al plano físico, tampoco le hace falta conocer mucho más.

Sabe que está poniéndose mil barreras también a sí mismo, porque está seguro que alguien como , hace un par de años, le hubiera tenido paseando en una nube con par de pestañeos. Ahora no es de hierro, aunque sea la fachada que pretende mostrar, y las carcajadas fuertes de Valeria consiguen colocarse hasta hacer cosquillas a esas mariposas que él mismo ha tratado de silenciar.

- ¿Te vas ya?-es casi una pregunta retórica porque Luis lleva ya puestos los calzoncillos y los pantalones.

-Tengo que ir a por la niña donde su madre.

Canción Desesperada (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora